Bogotá. - Colombia es escenario de un sangriento conflicto armado, el más antiguo de Latinoamérica, en el que participan desde hace cuatro décadas las guerrillas izquierdistas y en los últimos 20 años los paramilitares de ultraderecha. El origen del conflicto se remonta a 1948, año en que fue asesinado el dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán, en un hecho que hizo visible y recrudeció la violencia partidista que se registraba desde los años treinta en las zonas rurales del país. La muerte de Gaitán nunca fue aclarada, aunque familiares del político acusaron del hecho a la Agencia Central Inteligencia de EEUU (CIA).
En medio de la violencia entre liberales y conservadores -que se han alternado el poder en los últimos 150 años- nacieron las primeras células insurgentes que en 1964 dieron origen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc, marxistas), una guerrilla de origen campesino cuyo máximo líder es el septuagenario Manuel "Tirofijo" Marulanda.
También en 1964, pero bajo la égida de la revolución cubana (1962), fue fundado el Ejército de Liberación Nacional (ELN, guevarista), una guerrilla que creció guiada por sacerdotes combatientes católicos, como el colombiano Camilo Torres y los españoles Manuel Pérez y Domingo Laín, estos últimos inspirados en la teología de la liberación.
Varios años más tarde, en la década de los ochenta, surgieron los grupos paramilitares, financiados por terratenientes y narcotraficantes, que en un comienzo tuvieron como función garantizar la seguridad de las propiedades de estos y evitar los secuestros y las extorsiones de los rebeldes. Los escuadrones de ultraderecha conformaron en 1997 las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), un movimiento contrainsurgente cuyo accionar recrudeció aun más el conflicto, según las autoridades y organismos humanitarios.
Tan solo en las últimas dos últimas semanas, los combates entre las Farc, el ELN, las AUC y el ejército dejaron cerca de dos centenares de muertos, incluidos 119 civiles que perecieron el 2 de mayo en el poblado de Bojayá (noroeste), al explotar un cilindro-bomba lanzado por los rebeldes marxistas contra una iglesia donde unos 300 campesinos se refugiaban de combates entre estos y los paramilitares. Ese hecho constituye la peor masacre de civiles en toda la historia del conflicto armado colombiano, que luego de cuatro décadas deja unos 120.000 muertos, según cifras oficiales.
Desde 1998, las distintas fuerzas en conflicto aumentaron su poder de fuego: las Farc crecieron un 36% en hombres y el ejército se benefició de una fuerte inyección presupuestaria y de la ayuda militar de EEUU a la lucha antidrogas. A su vez, los paramilitares pasaron de 3.000 a 10.000 efectivos en los últimos tres años.
El mayor ejército rebelde
Con unos 17.000 combatientes distribuidos en 31 de los 32 departamentos del país, e ingresos anuales superiores a 400 millones de dólares, según los militares, las Farc son en la actualidad el mayor ejército rebelde de América latina. De acuerdo con portavoces militares, las Farc también cuentan con cientos de milicianos que operan en Bogotá y otras ciudades, y tienen en las selvas del sur del país varios depósitos de armas livianas y pesadas.
EEUU considera como organizaciones terroristas a las Farc, al ELN (4.000 combatientes) y a las AUC, y sostiene que esos grupos derivan la mayor parte de sus ingresos del narcotráfico. Simultáneamente con el crecimiento de esos grupos, las fuerzas armadas multiplicaron su capacidad aérea y militar: Entre 1998 y 2001, el número de soldados profesionales pasó de 22.000 en 1998 a 58.000 en 2001, mientras que los efectivos regulares pasaron de 53.000 a 63.000 en el mismo período. (AFP)