Cuando el técnico de Newell's Julio Zamora dice que en el fútbol con el resultado puesto las conclusiones se acomodan para un lado o para el otro algo de razón tiene. De esto pueden dar debida cuenta Raúl Damiani y Luciano Palos. Porque si bien los errores del defensor y del arquero no se pueden pasar por alto, es cierto que el empate agónico que consiguió Newell's en La Plata ante Estudiantes disminuyeron su efecto. Y dejaron en segundo plano la irresponsabilidad de Damiani que se hizo echar tontamente cuando recién iba un cuarto de hora de partido por tocar la pelota con la mano a 40 metros del arco y poner en riesgo un cotejo que había comenzado favorable para su equipo. Y ni que decir de Palos que volvió a hacer de las suyas, algo que en los últimos partidos parecía haber superado. El arquero, el encargado de brindarle tranquilidad y seguridad al equipo, hizo todo lo contrario y fue el responsable de que Estudiantes llegara al empate cuando presionaba pero no encontraba los caminos. A partir de la salida de Damiani, el partido dio un vuelco y Newell's se debió acomodar a la circunstancia. Le costó mucho mantener el orden y contener los embates del pincha. Por entonces fue común ver a Martínez, Gigena y Sacripanti, especialmente, persiguiendo a algún jugador rival, con la finalidad de cubrir el espacio que había dejado vacante en ese lateral el jugador de Roldán. Lo de Palos no es muy distinto. En el momento en que más lo necesitaba su equipo fue el gran responsable del empate pincha al salir a buscar una pelota más allá del punto del penal. Y, claro, perder con Maggiolo, que de cabeza estampó el empate. En un fútbol cada vez más esquematizado y con poco espacio para el error, Damiani y Palos se encargaron de chocar contra la misma piedra. Por fortuna para ellos y para Newell's, sus compañeros se encargaron de dejar en segundo plano sus groseros errores.
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