Mauricio Tallone / Ovación
A Leonardo Rodríguez la partida de nacimiento no le juega en contra. En un fútbol argentino que consagró como verdad indiscutible que aquellos jugadores que derribaron la barrera de los 30 son observados como curiosidades estadísticas, el volante de San Lorenzo desafía con su juego a esas disquisiciones. Y a pesar de que ya no necesita venderse como un ingrediente recomendable para una receta que aspire a dar vueltas olímpicas, el raid de equipos por los que desfiló -Vélez, Argentinos Juniors, San Lorenzo, selección nacional, Olympique de Marsella, Toulon, Atalanta, Borussia Dortmund, Universidad de Chile, América de México- habla de un jugador que supo codearse con el éxito. Pero a Leo ya no le interesa comprarse esos espejitos de colores que suelen servirse en la mesa de la fama. Como todo crack que trascendió su tiempo, existen otras prioridades para construir el castillo de la vida. Hoy, su obsesión consiste en exprimir las raíces de la diversión hasta que goteen las ganas que justifiquen su presencia dentro de una cancha. Por eso su discurso actual ahorra palabras elegantes y gasta experiencias en el campo sentimental. Si hasta se disfrazó de masoquista cuando decidió pegar la vuelta a San Lorenzo y resignó vivir como un duque en Europa o Santiago pero sin el calor de los suyos. -Cuando todos los jugadores se van por la situación económica, vos dejaste la tranquilidad económica de Chile para venir a sufrir en el fútbol argentino. -Es cierto (risas), pero cuando decidí dejar la U de Chile puse en la balanza que ya llevaba casi diez años afuera y quería regresar. Además se trataba de San Lorenzo, era volver al equipo en el que yo me siento muy querido por la gente. -Fue una decisión meramente sentimental. -Sí, aunque tampoco me resultó fácil. En Chile estaba muy bien en lo económico y había ganado tres campeonatos. Pero me gustó el proyecto de San Lorenzo porque tenía la necesidad de salir campeón y la verdad es que no me equivoqué. En apenas un año logré un titulo nacional y la Copa Mercosur. -¿Ahora que ya lograste salir campeón, te vas a retirar en San Lorenzo? -No, no, para nada. Hoy tengo contrato con San Lorenzo hasta el 30 de junio y después me voy a quedar con el pase en mi poder. Si bien los dirigentes me comunicaron que quieren juntarse para ofrecerme otro año más, todavía no sé qué decisión voy a tomar. No me quiero apurar, faltan tres meses para junio y en fútbol es mucho tiempo. -¿La eliminación de la Libertadores no cambió tus prioridades? -No, porque en este año y cuatro meses que llevo en el club he vivido dos etapas. En el 2001 teníamos un plantel de lujo, con dos jugadores de nivel por puesto y logramos ser el mejor equipo del país. Pero a partir de diciembre nos desarmamos, se fueron Romeo, Ameli, Santana, y se lesionó el Pipi Romagnoli. Entonces sabía que estos cuatro o cinco meses iban a ser complicados, no logramos formar un plantel para afrontar el torneo y la Libertadores al mismo tiempo. La verdad, no teníamos equipo para ganarla. -¿Qué le dio Manuel Pellegrini a este plantel? -A Manuel lo conocía de tenerlo sentado en el banco rival, nunca lo había tenido como técnico. El dirigió la Católica y yo jugaba en la U, pero yo sabía que se trataba de una persona muy preparada. Es más, esto de ser director técnico lo tiene como pasión porque no tiene necesidades económicas. Creo que su gran mérito fue que se identificó rápidamente con estos jugadores y nosotros con él. Por eso logramos un Apertura casi robando, ganamos muchos partidos por tres o cuatro goles y después mantuvimos esa mística en busca de la Mercosur, que era una mochila muy difícil de llevar porque San Lorenzo nunca había ganado un torneo internacional. -¿Qué fútbol argentino encontraste después de diez años viviendo en el exterior? -Desde el punto de vista técnico creo que el nivel actual es inferior al de hace diez años. En ese momento había figuras de verdad, en cambio hoy da la sensación de que esa locura por vender jugadores apenas tienen un par de partidos en primera ha deteriorado el nivel de los partidos. Central y Newell's son ejemplos muy elocuentes de esto que digo, jugadores que no tienen ni seis meses en primera son vendidos a Europa. -Además cuando te fuiste tampoco renegaban tanto para cobrar los sueldos. -Sí, también. Antes la situación era distinta. Para colmo en los años que jugué en Europa, México y en Chile nunca tuve inconvenientes en ese sentido, al contrario, allá te llamaban para ir a cobrar. Por eso me da mucha tristeza lo que está pasando en la Argentina. No puede ser que no te paguen nunca los contratos y cuando vas a reclamarlo tenés que entrar en un conflicto. Lamentablemente vivimos en un país donde el que reclama por un salario es el que está en infracción. Firmás en dólares y después te lo pesifican, pasás a ganar el 60 por ciento menos de lo que tenías firmado y ni siquiera te saldan el 40 por ciento que restan. Realmente es un lucha diaria y eso te desgasta. -¿Sos de aconsejarle a los más jóvenes que ante la primera oferta se vayan afuera? -Y sí, acá no da para más. Me duele decirles eso pero no queda otra. Lo hablo mucho con Saja o Romagnoli. Siempre les digo que no desaprovechen la chance de irse a Europa porque hoy San Lorenzo no está en condiciones de pagarles buenos contratos. Además, con el nivel que están jugando seguramente van a triunfar en Europa y el día de mañana van a regresar como me pasó a mí o al Beto Acosta. -Entonces hay Leo para rato. -Por lo menos hasta diciembre del 2003 seguro. Me siento con ganas y sé que la gente de San Lorenzo quiere que me quede. Igualmente no descarto que los últimos años de mi carrera los juegue en otro equipo. -¿En Central, por ejemplo? -No sé, en junio te contesto.
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