Rodolfo Bella / Escenario
El actor Eduardo Blanco está disfrutando de lo que llama "el momento" en su carrera. La candidatura de "El hijo de la novia", de Juan José Campanella, a mejor filme extranjero, su trabajo en "Franco Buenaventura, el profe", junto a Osvaldo Laport, y el protagonismo en la avenida Corrientes de "El último de los amantes ardientes", vienen a confirmar la definición después de más de veinte años de actividad. Sus últimos trabajos fueron en la productora Pol-ka, para la cual participó en "El hombre", "Primicias" y "El sodero de mi vida" y Campanella lo convocó para "El mismo amor, la misma lluvia". En teatro trabajó bajo la dirección de Norma Aleandro en "Cyrano" y fue además uno de los gestores de Teatro por la Identidad. En diálogo con Escenario Blanco señaló que una hipotética elección como mejor filme extranjero de la película de Campanella abre perspectivas para la distribución mundial, pero, no necesariamente, para incrementar las posibilidades laborales. Después de veinte años de ejercer el oficio, el actor asegura que en Argentina hoy es "un privilegio estar cansado", en referencia a la inestabilidad de su profesión y a los dos personajes opuestos que lo absorben actualmente: la interpretación del personaje masculino protagónico de la pieza Neil Simon, un neoyorquino sofisticado sofocado con su matrimonio en busca de una aventura, y el dueño de una pizzería de La Boca en la tira de Telefé. De todas maneras -aclaró- "esta carrera es cíclica". -¿Cómo recibiste la noticia de la nominación? -Bueno, estamos muy felices y más relajados. Estábamos con (Juan José) Campanella y Ricardo (Darín) mirando los anuncios. Aunque la misma nominación ya la considerábamos un premio, estábamos muy ansiosos. Cuando empezaron a anunciar los candidatos se hizo larguísimo porque las películas se anuncian por orden alfabético y la nuestra sabíamos que en inglés empezaba con la letra "t" (The Son of the Bride). Cuando llegaron a la cuarta, ahí fue una depresión tan profunda que dijimos, "bueh, ya está". Pero en la siguiente la nombraron y fue una explosión de alegría y angustia contenida. A partir de eso estuvimos atendiendo medios y amigos hasta las dos de la mañana, y no sólo de la Argentina. Creo que cuando se pase la euforia y la felicidad de estar nominados, esto se transformará en ganas de ganar. -¿Los premios abren puertas a futuros proyectos laborales o dan prestigio? -Es relativo. Los premios en sí mismos no abren puertas. Pero hay premios y premios. Creo que no abren puertas a nivel personal, pero sí lo pueden hacer para la película porque a partir de eso se vende a todo el mundo y lo que surja de eso es impredecible. El hecho de recibir premios no lo vinculo a obtener ofertas de trabajo. Con "El mismo amor la misma lluvia" recibí premios; no fue un éxito masivo de público, pero tampoco recibí ofertas de trabajo; en cambio, en el caso de "El hijo de la novia" es probable que los premios se deban más al éxito masivo. Lo que sí creo que me abrió puertas, a nivel personal, es el trabajo constante, pero los premios en sí mismos no. Los premios creo que te pueden generar un poco más de prestigio y la certeza de haber haber llegado a hacer un trabajo correcto. -¿Qué expectativas tenés con tu trabajo en "Franco Buenaventura, el profe"? -Habrá que ver qué le parece a la gente, si lo elige, pero a nosotros nos parece un trabajo muy bien hecho y muy atractivo. Tiene muchos condimentos, como el barrio, las relaciones y se cuentan las cosas que pasan desde ese lugar. Es una comedia para todos los públicos, que refleja aspectos costumbristas y de la realidad. -¿La televisión está tomando nota de la realidad? -No sé si refleja exactamente las cosas que le pasan a la gente, pero sí puede representar las fantasías, los miedos o cualquier otra cosa lo que ven reflejadas de una manera más directa que antes. Ultimamente pueden ver a personajes con características más cercanas a las personas que están del otro lado del televisor. No sé si están hablando de los problemas cotidianos. También es cierto que para tomar contacto con la realidad ya están los programas políticos, los diarios, las radios y las noticias con las que te bombardean por todos lados. -¿La comedia costumbrista en televisión no está llegando a un límite? -Para nada. Uno puede acompañar esas situaciones de determinadas maneras, con acciones o generando una reflexión desde su propio lugar, pero me parece también interesante que se puedan generar ciertas películas y obras de teatro que puedan generar una distensión. Creo que la gente está angustiada por escuchar las situaciones tremendas por las que estamos pasando. De todas maneras uno no es ajeno a esa realidad, pero es muy agobiante porque enfrentan a la impotencia de no saber qué hacer para revertirlo. -Sin embargo es posible que se filtre el oportunismo -Estamos hablando siempre de hacerlo desde un lugar de calidad. No me estoy refiriendo al éxito pasajero ni a lo pasatista, que no califique para una determinada calidad de producto. Desde ese punto de vista me parece que está bien que haya algo que distienda al espectador de la cotidianidad. Uno ya sabe que la gente se muere de hambre. Claro que siempre está la posibilidad de acompañar eso con la cacerola en la mano, pero no podés llevar un pedazo de pan a cada uno y eso agobia. Por eso digo que las comedias o estos programas costumbristas pueden llevar algo de alivio. -¿Cómo te dividís entre el pizzero de La Boca que interpretás en "El profe" y el personaje sofisticado de Neil Simon? -En principio con mucho cansancio (risas). Una tira diaria tiene un ritmo de grabación muy intenso, también está el teatro y además la vida de uno, porque uno tiene una vida que atender (risas). Pero lo estoy disfrutando muchísimo porque todo lo que estoy pasando en este momento es muy enriquecedor. "El último de los amantes ardientes" es una comedia donde la gente se ríe, y es evidente que agradecen mucho cuando tienen esa oportunidad. -Vos pasaste por "Primicias" (Eugenio Zorlegui) y "El sodero de mi vida" (Filkenstein). ¿Qué le aportó a la televisión el estilo costumbrista de los trabajos de Pol-ka? -No sé si Pol-ka. Adrián Suar creo que fue un renovador de la televisión. Le dio una perspectiva estética que la gente aceptó y me parece que eso se reflejó en la alta calidad de los programas. Creo que ellos fueron precursores y la televisión se contagió de eso. Los nuevos programas que aparecieron no tienen nada que envidiarle a las propuestas de Pol-ka. De la misma manera, "El profe" es un producto muy bien cuidado en todos los aspectos.
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