A fines de noviembre pasado una polémica ética sacudió el mundo político, religioso y académico. Fue cuando una empresa estadounidense confirmó haber producido un embrión humano clon con fines terapéuticos. Los voceros de la firma anunciaron que las células madres actuarían como repuesto de células para tratar enfermedades como la diabetes o el mal de Parkinson. Pero la técnica podría dar lugar a la creación de seres humanos en serie. La máxima autoridad en el área de salud, la Organización Mundial de la Salud, advirtió que condena la clonación humana con fines de reproducción y recordó que los 191 estados miembros, reunidos en asamblea general, aprobaron en 1997 una resolución que afirma que el uso de la clonación para la reproducción de individuos humanos es éticamente inaceptable, contraria a la dignidad y a la integridad humana. El experimento hecho por la empresa Advance Cell Technology, que tuvo al argentino José Cibelli como protagonista, subrayó que la técnica no tiene como finalidad clonar seres humanos sino obtener células madre para aplicarlas posteriormente la curación de enfermos graves. Pero eso no evitó que los líderes de América y Europa, al igual que los de las principales religiones, advirtieran su rechazo a investigaciones de ese tipo. Cada vez que se someten a discusión experiencias que involucran el desarrollo de vida humana por vías alternativas a las naturales se producen conmociones. Una de las más virulentas la provocó el ginecólogo italiano Severino Antinori, quien sostiene que apunta a producir la primera gravidez de una mujer con un embrión clonado. Antinori, que se hizo famoso mundialmente con sus métodos de fecundación asistida que permitieron el embarazo de mujeres de entre 50 y 60 años, causó escándalo en el seminario organizado por la Academia de las Ciencias de Washington, en septiembre pasado. Allí, frente a periodistas y científicos, afirmó que estaba dispuesto "a clonar 200 niños". No serán "bambini fotocopia" sino "bebés perfectos, con los caracteres de sus padres, pero con una identidad propia", desafiaba.
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