Año CXXXV
 Nº 49.369
Rosario,
jueves  24 de
enero de 2002
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Editorial
La ayuda del FMI

Todas las señales que viene pronunciando el FMI sobre la crisis de la economía argentina tienen un punto de inflexión: la ayuda que necesita nuestro país llegará, siempre y cuando, se acuerden pautas con los organismos internacionales. Idéntica posición han sostenido hasta el momento el Departamento de Estado, en Washington, y los líderes de la Unión Europea. Reclaman la aplicación de un plan económico "sustentable", pedido que fue acuñado originalmente por el presidente George W. Bush y luego adoptado por los demás.
Por lo pronto, una misión del FMI está trabajando conjuntamente con funcionarios argentinos en la elaboración de las cuentas fiscales para 2002. La noticia positiva es que, por primera vez, desde el organismo se admite que está en análisis una nueva ayuda económica para la Argentina. Pero está claro que ya nada será lo mismo. Anne Krueger, la número dos del Fondo, bajó las expectativas del gobierno de Duhalde de acceder a un préstamo de 15 mil millones; dijo que ese monto no es realista. Casi simultáneamente, el titular del FMI, Horst Köhler, vaticinó que la Argentina no podrá salir de la actual crisis sin nuevos sacrificios de su población.
Es decir, que llegará menos dinero y que millones de argentinos deberán seguir, como desde hace años, conviviendo con sus padecimientos cotidianos. Puede decirse que las autoridades argentinas, desde Menem a De la Rúa, son los mayores responsables para que esto sea así. Desmanejo de los cuentas públicas, gastos excesivos, presupuestos irreales, conformaron un contexto que fue llevando, por acumulación de políticas equivocadas, a la catástrofe en la que se encuentra la economía actualmente.
Ello es irremediablemente cierto. También cabría preguntarse si el FMI, ante quien los funcionarios argentinos siempre se mostraron sumisos y complacientes, no tiene parte de responsabilidad en la crisis. Para prestigiosos economistas mundiales y premios Nobel, esa pregunta no admite dudas: el Fondo también es culpable. Por eso ahora, en lugar de pronosticar más sufrimiento para el pueblo argentino, sus funcionarios deberían colaborar con soluciones sustentables que no traigan más miseria y marginación social.


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