El partido empezó con el empeño de River por hacerse protagonista del juego. Con D'Alessandro más participativo que Riquelme, el objetivo millonario se daba por decantación. Pero de repente la magia del 10 xeneize se hizo presente y transformó en gol una perfecta asistencia del Chelo Delgado. Fue a los 4', cuando Román hizo maravillas en el área para ridiculizar el cierre de Garcé y ponerla de zurda contra el palo derecho de Comizzo. Enseguida terminó de armarse el primer tiempo. Un equipo vistoso, pero individualista: River; otro austero, pero de gran faena colectiva: Boca. Por momentos los millonarios monopolizaron el control de la pelota, pero abusaron del recurso de buscar a Esnaider. Los de Tabárez se encargaron de edificar, cada vez más sólidamente, un aprovechamiento integral de la posesión del útil. La primera mitad del encuentro se fue entre la demostración grupal del ganador y el desconcierto del perdedor, que caminó hacia los vestuarios sabiendo que la actitud debería modificarse en forma casi radical para el complemento. Pero al desconcierto se sumó el entrenador Ramón Díaz, quien pareció no entender los mensajes que le había dejado la primera mitad. El riojano mandó a la cancha al uruguayo Fonseca y casi inmediatamente al juvenil Cavenaghi. Como si se tratara de un problema de presencia ofensiva. El inconveniente estaba en la disociación del juego millonario y no en su capacidad de ataque. Enfrente estaba la antítesis. Un Boca monolíticamente solidario siguió haciendo su negocio y como consecuencia lógica mantuvo el control del juego y del resultado. A Boca ni siquiera lo inmutó la poco profesional actitud de Barros Schelotto -hasta allí uno de los mejores jugadores de la cancha-, que dejó a su equipo con 10 a los 12' del complemento por un codazo a Lequi. El mareo de River se personificó en Garcé a los 23', cuando agarró la pelota con la mano estando amonestado y dejó el partido 10 contra 10. Pero Boca regaló muchas opciones y esa pizca de desidia la pagó muy cara cuando un zurdazo maravilloso de Fonseca, de tiro libre y en tiempo de descuento, empató el partido y lo mandó a los penales. Más oneroso aún fue el gasto xeneize cuando la definición desde los 12 pasos le dio la victoria a River por 5 a 4. Pasó como tantas otras veces, pero al revés. El dominio y los merecimientos le correspondieron a Boca, pero el que rió último fue River.
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