Decenas de miles de manifestantes protestaron ayer en las calles de Roma contra los planes del gobierno de centroderecha del primer ministro italiano Silvio Berlusconi de modificar la ley de inmigración para dificultar la entrada de extranjeros. Inmigrantes, activistas antiglobalización, sindicalistas y políticos de la oposición izquierdista participaron en la numerosa marcha por las calles de la capital italiana. Según los planes del gobierno, sólo los extranjeros que tengan un contrato de trabajo formal recibirán un permiso de residencia para permanecer en suelo italiano. Los inmigrantes ilegales serán expulsados a más tardar 48 horas después de su ingreso en el país. La mayoría de los ilegales que llegan diariamente a la costa italiana desde los Balcanes, Turquía y países del sur asiático y Africa son expulsados semanas o meses después de tocar territorio italiano. También el alcalde romano, Walter Veltroni, estuvo presente en la manifestación, que según los organizadores convocó a 50.000 personas. Entre los manifestantes pudo verse a un grupo de argentinos que reeditó en esas tierras el cacerolazo como forma de protesta, y que marcharon con una bandera nacional. (DPA)
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