Gabriel tiene 25 años y junto a su hermano menor, Cristian (23), atiende la fiambrería El Supremo, en Avellaneda y Garay. Su padre, José (61), los ayuda. Desde el momento en que el barrio arremetió contra su comercio, las persianas ya no volvieron a levantarse. "Quizás algún día las vuelva a abrir", dice hoy Gabriel mientras atiende a sus clientes por una pequeña puerta del frente. Si bien quienes intentaron ingresar aquella tarde al local no lograron su cometido, las imágenes de la violencia que desataron fueron impresionantes. La televisión mostró cómo los dos jóvenes y su padre eran apedreados con furia mientras defendían el local desde el techo. Cristian resistió con su rostro ensangrentado hasta que una piedra le produjo hundimiento de cráneo y lo desvaneció. "Quedó inconsciente al lado mío", recordó Gabriel. Hoy, el joven continúa su tratamiento mientras su hermano asegura que no deja la fiambrería por nada. "Duermo y hasta me baño acá con agua fría, porque no quiero dejar el negocio solo", confiesa. Hace unas semanas, se animaron a retirar el volquete que protegía la puerta. Mientras tanto, siguen a la expectativa. "Estamos alerta", aseguran.
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