Por no tener ni un centavo para conformar a los ladrones, un joven cobrador que trabaja para una empresa distribuidora de carnes fue baleado en un brazo y en un pulmón por dos adolescentes que intentaron asaltarlo en un comercio de la zona sur. Enardecidos porque su víctima no llevaba consigo nada de valor, los asaltantes le dispararon a quemarropa y lo dejaron tendido en el suelo. Y como nadie en el barrio fue a socorrerlo, el muchacho tuvo que manejar como pudo unas tres cuadras en su camioneta hasta que recibió ayuda y fue derivado a un hospital. La víctima del desmedido ataque fue Oscar Martín Diéguez, un joven de 19 años que desde hace cinco meses realiza cobranzas para una distribuidora de carnes. El muchacho fue baleado ayer al mediodía cuando trabajaba en su camioneta Ford por la zona sur de la ciudad, en el barrio Roque Sáenz Peña. La madre del joven, María Donadío, de 42 años, contó a este diario que el hecho ocurrió en una carnicería ubicada en inmediaciones de Salvá y Boquerón. De acuerdo a lo que María pudo reconstruir, según el relato entrecortado de su hijo -el joven no puede hablar por indicación médica-, Oscar estacionó su camioneta frente al negocio e ingresó al local. "Le llamó la atención que hubiera dos pibes parados en la puerta. Entró a la carnicería pero el dueño no estaba. Entonces salió y uno de los pibes lo agarró del cuello y le pidió la plata", contó María a La Capital en la antesala de la habitación del Hospital de Emergencias Clemente Alvarez donde su hijo se repone de las heridas. Pero Oscar no tenía nada de valor para conformar a los ladrones. "No tengo nada. Fíjense que no tengo nada", les dijo el joven, que no había logrado recaudar un peso en medio día de trabajo. La respuesta del cobrador exasperó a los delincuentes, que sin mediar palabra le efectuaron un disparo. "No tenía ni un reloj y ni siquiera llevaba encima el celular. Pero como los ladrones pensaban que sí tenía dinero y se estaba resistiendo le volvieron a disparar y se fueron", continuó María. En el barrio retumbaron los disparos pero nadie respondió a los pedidos de ayuda del cobrador. "Nadie se quiso meter", señaló indignada María. Pese a que una bala atravesó el antebrazo derecho del muchacho y otra lo hirió en el pulmón derecho, Oscar se arrastró como pudo hasta su camioneta y logró manejar unas tres cuadras. Allí ya no pudo seguir. Sentía frío y le faltaba el aire. Casi sin fuerzas, tomó el teléfono celular que llevaba en la camioneta y bajó del vehículo. Llamó a su jefe, pero nadie le respondía. Luego logró comunicarse a su casa, de Batlle y Ordóñez y San Martín, ubicada a escasas cuadras de donde él se encontraba. Logró hablar con su hermano y decirle lo que ocurría. Finalmente, el joven fue socorrido por un grupo de vecinos que llamaron al Comando Radioeléctrico y a una ambulancia de Ecco. Oscar fue derivado al Hospital de Emergencias, donde anoche permanecía internado en observación, fuera de peligro y asistido por un respirador artificial. Una bala calibre 22 quedó alojada en el pulmón derecho, por lo que "los médicos le practicaron un drenaje y le recomendaron que no hablara", dijo su mamá. "Ahora habrá que esperar 48 horas para ver como evoluciona y otros diez días para que se le saquen el respirador", agregó María. "El es un pibe bueno y laburante. No tiene vicios y no se mete con nadie. Lo único que quiere es trabajar y progresar. Es muy injusto que le hayan hecho una cosa así", concluyó la mujer.
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