Con toda la presión del Fondo Monetario Internacional (FMI) encima, el gobierno prepara a todo vapor un programa económico global que se convierta en la llave para conseguir unos 16 mil millones de dólares de ayuda internacional. Mientras reniega en el día a día con el corralito, el equipo de Jorge Remes Lenicov trabaja junto al ministro de la Producción, José Ignacio De Mendiguren, un plan que incluiría la pesificación total de los depósitos y el adelantamiento del cronograma para devolver la plata, una profunda reforma financiera, la reestructuración de organismos oficiales, la eliminación del tipo de cambio oficial en el corto plazo y la presentación de un presupuesto equilibrado. El presidente Eduardo Duhalde sabe que debe recomponer su relación con los organismos financieros. "Precisamente ahora se está discutiendo cómo presentar todo esto (por el plan económico) ante los organismos" internacionales, dijo un importante asesor del gabinete económico. Tras un par de días de distensión, que incluyeron el beneplácito del Fondo por la designación de Mario Blejer (un hombre de ellos) al frente del Banco Central, las tensiones con Washington reaparecieron de forma inesperada. La subdirectora del organismo, Anne Kruegger, volvió a atacar desde Chile la implementación de un régimen cambiario dual en Argentina. Además, congeló las expectativas que el viceministro de Economía, Jorge Todesca, había despertados hace dos días, cuando dijo que los créditos internacionales podrían destrabarse el mes próximo. "Me sorprendería tener algo dentro de un mes, sería muy difícil", dijo la funcionaria. Ayer, el presidente de Estados Unidos, George Bush, llamó por teléfono a Duhalde para expresarle "su voluntad de trabajar con el gobierno argentino". Ari Fleisher, vocero de la Casa Blanca, informó que el mandatario norteamericano "subrayó que una vez que Argentina se haya comprometido con un plan económico sólido y sostenible, Estados Unidos está dispuesto a apoyar a Argentina a través del Fondo Monetario Internacional y otras instituciones internacionales", agregó. El equipo económico, que va a cumplir su segunda semana de sobrevivencia (lo que no es poco en estos tiempos) intenta acomodar todas las piezas del rompecabezas económico, con la presión que significa el corralito, tanto desde el malestar social que genera, como desde la inquietud de los bancos. El jueves el gobierno dispuso una flexibilización del régimen de inmovilización de depósitos, aunque siempre por el camino de la pesificación y sin permitir todavía operaciones que estaban incluso autorizadas en la época del corralito del ex ministro Dominio Cavallo. La idea que campea en la Casa Rosada es dar un corte drástico al tema, liberando más recursos desde el sector financiero a la actividad económica, pero con la contrapartida de la pesificación forzoza. Incluso, Duhalde dijo que está dispuesto a asumir el costo de incumplir la promesa de devolver los depósitos en dólares. Este corte drástico presenta dos problemas. Uno es el de los bancos, que podrían sucumbir ante una liberación mayor del sistema. La calificadora de riesgo Moody's advirtió ayer que "el sistema financiero de Argentina podría estar en quiebra en el corto plazo". El gobierno tiene un plan B para este tema. Además de la ayuda que espera conseguir del Fondo, envió al Congreso el proyecto de ley de reforma de la carta orgánica del Banco Central. Además de devolver a la autoridad monetaria la facultad de emisión, la iniciativa permite que en situaciones de crisis el organismo pueda asistir a las entidades financieras en problemas con redescuentos, incluso por encima de su patrimonio. Una herramienta para pilotear una eventual reestructuración del sistema. En este marco, el principal objetivo del ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, es lograr que la economía reaccione de su parálisis. "La primera idea es que la nueva paridad cambiaria se transforme en una ventaja competitiva", dijo una fuente oficial que está trabajando en el plan. La primera medida económica del gobierno de Duhalde fue acabar con el sistema de convertibilidad cambiaria que ataba el peso con el dólar uno a uno y crear un nuevo sistema de cambio dual, en el que la moneda local se negocia en dos mercados, uno con un valor fijo de 1,40 pesos por dólar y otro libre. La fuente del equipo que elabora el plan dijo que ya se han identificado los sectores que serían el motor de la economía en los próximos meses. La producción de muebles, bienes de capital, calzado y papel, según el gobierno, deberá aumentar para que se sustituyan importaciones encarecidas por la devaluación. En tanto, las exportaciones de productos petroquímicos y siderúrgicos, aluminio y autopartes deberían registrar importantes aumentos por la ventaja cambiaria. "Estos sectores pueden reaccionar en muy corto plazo", dijo la fuente. Para eso también se reserva una herramienta. En la misma reforma de la carta orgánica está contemplado un encaje diferencial para los bancos que asistan a las pymes y un tratamiento especial para las cooperativas. Lo que está faltando es la reforma de la ley de quiebras, que prevé la suspensión de las ejecuciones por 180 días. Este proyecto quedó trabado en el Senado por diferencias en el punto que habla de la capitalización de deudas. Mientras Duhalde busca trazar en total secreto su plan económico, la Justicia podría darle una mano en la difícil tarea de calmar a los ahorristas, con las investigaciones sobre la masiva fuga de depósitos bancarios que hubo en 2001.
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