Esta vez, la demanda de atención no es un factor determinante de la crisis que atraviesa la salud pública. Lejos de la suba sostenida que tuvo que soportar en los últimos años, este verano se dio sorpresivamente una merma de pacientes tanto en salas de guardia como en internación. Por citar un ejemplo, el 10 de enero del 2001 pasaron por el Hospital de Niños Víctor J. Vilela 412 personas, durante la misma fecha de este año, los casos recibidos en el centro de salud fueron 204. "Es que el año pasado tuvimos muchos cuadros de varicela y de diarrea que este verano no hemos visto", explicó la directora del Vilela, Karen Liljesthrom. Sin embargo, el jefe de consultorios externos de este nosocomio apuntó otra razón: "Es que hay mucha gente que ni siquiera debe tener dinero para llegar al hospital", opinó Alberto Simioni. Si bien es preocupante, el dato sirve para que en los efectores se pueda pensar en racionalizar recursos e insumos previendo que puedan llegar épocas peores. "Tenemos todos los medicamentos y descartables necesarios pero los estamos cuidando porque no sabemos qué es lo que puede pasar a futuro", indicó Liljesthrom. Por ahora, en el hospital se está usando una sola línea de anestesia que les permite realizar cinco operaciones diarias que reparten entre las intervenciones de emergencia y las programadas de mayor complejidad.
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