Sergio Roullier
Todo pasa por el centro. Es el barrio más grande, sin dudas en cantidad de habitantes. Allí se concentra la mayor parte de las filiales bancarias, oficinas públicas, negocios, facultades y colegios, instituciones privadas y entidades extranjeras. Es el punto de partida de la historia de Rosario, aunque queden en pie muy pocos vestigios de la urbe de los siglos anteriores. Su diseño urbano no permite mayores ampliaciones, con calles cerradas y ninguna avenida que lo atraviese. La mirada de la ciudad hacia el río le permitió desarrollar su costanera con espacios a cielo abierto para todos e imponentes edificios para unos pocos. Al centro lo definen los bulevares (Pellegrini y Oroño). De Buenos Aires hacia el río, el residencial barrio Martin tomó perfil propio y sus habitantes así lo asumieron. Detrás de las avenidas, hay barriadas bien identificadas, al margen del centro: República de la Sexta, el Cuadrado Mágico, un macrocentro entre el parque Independencia y Pichincha, y este último que se reconvirtió con los años. Entre el centro y el puerto fue desde donde se hizo Rosario. La catedral, el Correo y los alrededores de la plaza 25 de Mayo son el reflejo de su casco histórico. La Bola de Nieve es el primer edificio más alto y el Museo Estévez cuenta con los muros más antiguos que aún perduran. Aunque muchas han caído bajo el pico y el martillo, algunas construcciones antiguas aún se observan sobre Rioja, Santa Fe, San Lorenzo y Buenos Aires. Casi todas están descuidadas y a punto de derrumbarse. Hay una zona limitada por San Martín, Urquiza, Italia y el río que se la conoció como el barrio de los ingleses, desarrollado a partir de la influencia ferroviaria de la Estación Rosario Central. Esta área justamente será sede del Distrito Centro. En ese sector se observa un notorio reciclado de casas y frentes de edificios. Hubo un boom inmobiliario con la construcción de torres de departamentos, en la última línea frente al río. Es una de las zonas más buscadas y cotizadas para a vivir. El microcentro pasó a ser un espacio de día y de lunes a viernes, una verdadera city bancaria y financiera. En cambio, de noche cada vez está más solitario. La peatonal Córdoba perdió su esencia de paseo con cines y grandes tiendas. Rafael Ielpi la define como "mercado persa" (ver aparte). Se corrió hacia el Paseo del Siglo, de Oroño a Paraguay, donde se mezclan edificios históricos, centros comerciales y bancos. San Luis, a medida que se aleja del microcentro, muestra persianas bajas y locales cerrados. Aunque todavía es alta la influencia de la comunidad siria y judía en su perfil comercial. El mayor problema del centro es el tránsito y el estacionamiento. La experiencia del carril exclusivo para colectivos en Corrientes no dio resultado. El caos del mediodía es la mejor política para desalentar el ingreso de autos. Los peatones, las motos y los ciclistas también aportan lo suyo. "No se hicieron los grandes ensanches, no hay vías rápidas y es imposible acceder al microcentro sin demoras. Las dimensiones de las calles no cambiaron y el parque automotor se multiplicó", apunta el urbanista Iván Hernández Larguía. Los otros problemas de los habitantes son el ruido, la contaminación, los boliches bailables, el depósito de los residuos y la ocupación ilegal de edificios, entre otros. Muy distintos al resto de los barrios. En el centro, las calles están repavimentadas, se encuentran todos los servicios y el alumbrado se ha mejorado. La vida en el centro es otra. Sobresalen la individualidad y el anonimato del vecino. La única vecinal que hay (Parque España) es nueva, tiene pocos socios y su perfil se orienta hacia las actividades sociales y los problemas urbanos.
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