La Confederación Argentina, en 1853, se vio en la necesidad de crear un banco, pero la falta de experiencia hizo que la casa creada, el Banco Nacional de la Confederación, sólo durara siete meses. En 1857, luego de gestiones, marchas y contramarchas, Ireneo Evangelista de Souza, Barón de Mauá, firmó un contrato por el cual se creó el banco "Mauá y Cia", La casa comenzó a funcionar en enero de 1858, en Córdoba 844. Los momentos no eran sencillos, el banco estaba respaldado por el patrón oro pero este metal fugaba a Montevideo. La escasez del circulante se agudizaba y el banco no tenía depósitos. Además le entidad no podía emitir más de lo que fijaba el contrato y su respaldo y, lo poco que emite, es canjeado por oro por los clientes. "Los bancos en estas condiciones dejan de operar", escribe Mauá a Urquiza, Presidente de la Confederación, en 1858. En octubre de 1860 la Confederación rescinde los privilegios y el contrato para el funcionamiento de la entidad. Las causas que conspiraron para el no funcionamiento de la casa fueron: el poco hábito del público a manejar billetes, la especulación de acaparar el oro, el desorden monetario y los temores políticos sobre el futuro. La misma falta de confianza que años atrás había terminado con el Banco Nacional. A lo largo del siglo XX también se sucedieron otros bancos locales pero, por supuesto, sin capacidad de emisión.
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