El presidente Alejandro Toledo, quien dio por concluidas sus vacaciones de fin de año en una playa del norte del país y regresó a Lima, calificó el hecho de un "desastre terrible" y anunció un duelo nacional de 48 horas hasta hoy. "Necesitamos una investigación clara de cómo se inició este desastre y anunció que queda terminantemente prohibido producir e importar objetos pirotécnicos. No podemos perder más vidas", afirmó Toledo con la voz quebrada, tras caminar sobre escombros y frente a varios cuerpos calcinados. Pero algunos se mostraban escépticos. "Pienso que (el uso de los fuegos artificiales) va a continuar. Es difícil pensar que la gente cambie de la noche a la mañana, pero estará probablemente más enterada", afirmó el bombero Pablo Solórzano, en un ambiente cargado por el olor a carne quemada. Mientras los bomberos de la capital sofocaban ayer focos de fuego con sus viejas mangueras que dejaban escapar agua por numerosos huecos y 1.200 policías fueron desplegados para evitar saqueos, los comerciantes afectados buscaban recuperar alguna pertenencia de sus negocios ahora en ruinas. Un comerciante con lágrimas en los ojos dijo: "No sé qué decir, traté de ayudar pero lamentablemente muchos se quedaron para salvar sus cosas y se murieron. Traté de entrar entre el fuego a sacar a un inválido pero ya no pude ayudar". El centro histórico de Lima está considerado patrimonio de la humanidad por la Unesco y esconde en sus calles añejas casas e iglesias de la época colonial. (Reuters)
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