Las peleas de Balbi con Sicurella y Giménez contra Rangel configuran los dos choques más emotivos del año 2001. La primera por ser la más esperada de los últimos años y donde se puso de manifiesto el coraje y los estilos de los dos mejores livianos de Argentina, y la segunda por ser uno de los combates más electrizantes de la última década. Después de demasiadas idas y vueltas, una resolución eliminatoria de la AMB hizo posible la cristalización del combate más esperado del último lustro: Raúl Balbi-Alberto Sicurella. El clásico de principio de década. Sicurella, que ocupaba por aquellos días el segundo casillero del ránking mundial, esgrimió todo su bagaje técnico con una gran sincronización de movimientos, variedad de goles y su reconocido dispositivo ofensivo. En varios pasajes del pleito sorprendió a Balbi tomando la iniciativa de las acciones. Por momentos pareció doblegar la resistencia de su amigo y compañero de gimnasio. Pero, la mayor fortaleza física del Pepe, hasta ese momento sexto en el escalafón, comenzaba a vislumbrar quien se apoderaba del pasaporte hacía la chance mundial, que meses después cristalizaría. Sicurella, que ya había sufrido una cuenta de protección en la sexta vuelta, no pudo sobreponerse a varias combinaciones de Balbi en la décima vuelta y el árbitro Fernando Peyrous decretó -con buen criterio- el nocaut técnico. El de Rocky Giménez-Jaime Rangel fue un combate memorable, de antología, de mucha adrenalina y coraje superlativo. El colombiano había viajado con las más serias intenciones de esperarlo al vehemente cordobés para meter sus precisos estiletazos. Y así fue que con una zurda envenenada primero y varias combinaciones después, Rangel lo tuvo dos veces por el piso y prácticamente quebrado. En el segundo y de manera suicida, un Rocky aún tambaleante continuó fiel a su estilo. Sin tratar de bajar las revoluciones siguió yendo al frente y sobre el final metió una tremenda mano que hizo temblar a Rangel. Llegó el tercer asalto. Un tramo plagado de valentía y heroísmo. Un directo de derecha al mentón por parte de Giménez desparramó al colombiano, quien ya no entendía más nada. Increíble e inesperadamente, Rangel recuperó la vertical y Rocky se abalanzó como un felino frente a la presa herida de nocaut. Una ráfaga de Giménez a la zona baja quebró a Rangel. Todo finalizó con un temible derechazo del Matador de Bell Ville. Lo más parecido a un triunfo del cinematográfico Rocky Balboa. (DyN)
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