La tensión dominó la Navidad en Belén frente a la ausencia en la misa de la medianoche del presidente palestino, Yasser Arafat, confinado en Ramallah por orden del premier israelí Ariel Sharon, en una nueva jornada de violencia que dejó un soldado israelí y dos palestinos muertos. El cartel luminoso de la gran plaza del Pesebre quedó apagado. Hasta el último momento, la ciudad de Belén mantuvo la esperanza de que en la Nochebuena llegara su tradicional invitado de honor, pero la iluminación para el mensaje de bienvenida "Belén saluda a su Excelencia el presidente Yassir Arafat" no llegó a encenderse. En tanto, la Jihad Islámica anunció la interrupción de los ataques armados contra Israel para conservar la unidad entre los palestinos y no dar un pretexto a Israel para atacarlos. "Esta decisión fue tomada en armonía con la unanimidad nacional palestina, que decretó el fin de las operaciones militares contra Israel", afirmó Nafez Assam. Según Azzam, la decisión fue tomada "para no darle a Israel el pretexto de multiplicar las represiones sobre la Autoridad Nacional Palestina (ANP)" que preside Yasser Arafat. La decisión del gobierno israelí de impedir a Arafat que se trasladara a Belén fue criticada por el rabino jefe Meir Israel Lau, quien señaló que se trató de una decisión inoportuna. Colaboradores de Sharon replicaron señalando que Arafat podrá dejar Ramallah sólo después de que hayan sido capturados los asesinos del ministro Rehavamen Zeevi, y sus mandantes del Frente para la Liberación de Palestina. A pesar de lo que los palestinos consideran una "afrenta" a Arafat, el ejecutivo político palestino decidió proseguir los contactos con el ministro de Relaciones Exteriores israelí Shimon Peres con el fin de llegar a un acuerdo para el cese de la violencia y allanar el camino para la reanudación del proceso de paz. Arafat solicitó nuevamente el rápido envío de una fuerza internacional de observadores "como protección de la población palestina" en los territorios. (Ansa)
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