"¿Por qué no van a saquear y queman de una vez por todas el Congreso?", vociferaba un comerciante de San Luis al 1200. El hombre acababa de cerrar su negocio y comentaba con otros colegas el cuadro de situación. Cuando estaban en el fragor del debate, pasaron dos policías en motocicletas. Los obligaron a parar para sacarle algo de información. "Nadie sabe lo que puede pasar, pero ustedes hicieron lo correcto: cierren todo", les dijo un uniformado. "No sé qué voy a hacer. Mañana tengo que levantar unos cheques y estoy obligado a cerrar. Si no vendo, no pago. Y si no pago me ejecutan". Así de simple fue la opinión que vertió a La Capital otro comerciante al borde del colapso nervioso. Sus diatribas no estaban dirigidas a los "pobres saqueadores" sino a "todos los políticos que no están ahogando con este modelo neoliberal".
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