Javier Parenti
Chicago tiene a Jesús pero el milagro lo hizo Mandra. Justo en el instante final, cuando Newell's se distrajo en la última jugada. Esa que lo dejó con las manos tan vacías y con una herida que no mereció sufrir en Mataderos. Esta vez el Torito se quedó con los laureles y los rojinegros con la estocada en el lomo. El empate hubiera sido justo si el fútbol se midiera con esa vara, pero los resultados son los que cuentan y la bolsa de valores sólo cotiza en puntos. Con goles, y en ese rubro los del Parque perdieron por 3 a 2. Porque bien podría haber optado por cuidar el empate para seguir sumando, pero ambicionó más -que es lo que siempre se pide- sin darse cuenta de que ya no contaba con la fórmula que lo había llevado al éxito parcial. Elvio Martínez ya se había retirado por una molestia y Mauro Rosales se quedó sin su socio ofensivo. Entonces, Newell's había perdido su capacidad de sorpresa y Chicago se le fue con todo, sin claridad pero con un empuje que le alcanzó para llegar al triunfo. El mal de ausencias rojinegro fue cubierto a medias. Es que para este Newell's del Chocho Llop no contar con Saldaña es quitarle la pausa justa, el manejo de los tiempos y dejar sin referentes al equipo. Y por más que el pibe Martínez intentó reemplazarlo y lo suyo fue bueno, no fue lo mismo. Algo parecido pasó con Diego Bono en reemplazo de Ponzio y con Germán Real en lugar de Pavlovich. Encima, la Fiera Rodríguez no termina de reaparecer en su verdadera dimensión y con la presencia del colombiano Vázquez desde el vamos Newell's se privó de medio tiempo de un Rosales que ayer se pareció al del juvenil. Y Chicago supo explotar sus momentos. Jugó conociendo sus limitaciones y aprovechando su empuje y coraje. Con un estudiado libreto de los errores rivales. Así se puso en ventaja en un primer tiempo sin brillo. Con aquel pase justo de Serrano a la medialuna para que Jesús dejara atrás a Grabinski y definiera. Como en el 2 a 2 en el que Kmet se animó a empujar por el medio para que Christian Gómez definiera. De la misma manera que intentó Amaya para cederle el pase gol a Mandra en el cierre del partido. Conclusión: Newell's no defendió bien, sobre todo en los metros finales, y lo pagó demasiado caro. Aquellos muy buenos treinta minutos del inicio del segundo tiempo no alcanzaron y es lógico. El volumen de juego es necesario durante un mayor lapso. Y la falta de precisión para definir generalmente se paga demasiado cara. Rosales llegó al gol cuando le dio de alma a aquel rechazo del arquero ante una pelota a colocar de Real y no cuando definió débil diez minutos antes. El Gordo volvió a gritar cuando conectó el centro Mauro y no lo hizo cuando fue al choque sin pensar en la pelota. Y Rodríguez estuvo cerca pero su disparo se fue arriba. El empate era lógico. Previsible y hasta quizá justo. Pero el Torito se quedó con el honor del triunfo y Newell's con la estocada en el lomo. Chicago se quedó con los tres puntos que tanto necesita porque Jesús marcó el camino con el primer tanto y Mandra hizo el milagro en el último minuto.
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