Pablo F. Mihal
Jugar por jugar. Sin la presión de los puntos y priorizando la excelencia del juego por sobre el sometimiento del adversario tenía que salir un buen partido, entretenido, como finalmente sucedió. Y una vez más los protagonistas del ya tradicional encuentro entre Jockey Club Rosario y el Barbarians Team Argentina no defraudaron, porque lo dieron todo y ofrecieron a cada momento esa magia que sólo otorga el rugby bien jugado. El resultado final fue de 50 a 45, favorable a los visitantes, pero en realidad es anecdótico. El verdadero significado de este partido pasó, sin dudas, por otro lado. Por el encuentro de amigos, por el buen juego, por esa pasión por las pelotas ovaladas y los arcos en forma de hache. Desde el arranque, los hombres de camisetas negras dejaron bien en claro que no iban a ser simples partenaires sino todo lo contario. Y para demostrarlo pusieron manos a la obra desde el pitazo inicial del internacional Santiago Borsani. Con control de pelota, los ayer dirigidos por Daniel Baetti dieron cuenta de la capacidad individual que tenían y fueron los primeros en festejar con un try que apoyó Pablo Pirán (después de una muy buena jugada colectiva) cuando el reloj marcó recién los dos minutos de juego. Pero la reacción no se hizo esperar e inmediatamente el partido se hizo de ida y vuelta con un Jockey que también mostró lo suyo: velocidad, precisión y definición, una fórmula que a lo largo del año le había dado al verdiblanco muchas satisfacciones y que ayer le volvió a funcionar. En ese sentido la figura de Tomás Pucciariello fue para destacar ya que el fullback marcó tres de los siete tries que consiguió el conjunto local. Pero si de nombres propios se trata, las figuras de la tarde fueron, por juego y por entrega, Pablo Bouza y Alfonso Amuchástegui. El partido fue de un ritmo intenso, de acciones de muchos pases y algunos lujos, con rever pass y sombreritos incluiºdos pero sobre todo con muchos tries (15 en total). Fue una fiesta en la que Barbarians tuvo, en líneas generales, el control de las situaciones; de hecho nunca estuvo debajo en el marcador a pesar de las incansables incursiones del joven conjunto verdiblanco que intentó de todas formas dar vuelta la historia. Jockey cerró así un año irregular donde supo de jornadas de gloria y de tardes para olvidar. Rugbísticamente el 2001 terminó y lo hizo de la mejor manera. Con rugby y con amigos.
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