Sergio Faletto
Central tiene una base muy endeble para soportar este pesado presente. Así quedó ratificado anoche ante un rival tan austero como Chacarita. Y si no hubiera sido porque Pizzi es el único jugador auriazul que le escapó a la bancarización para seguir siendo efectivo, la derrota habría sido inevitable. Daniel Teglia apuesta al buen juego para comenzar a cosechar, pero cuando los chicos no sincronizan la falta de experiencia los ubica en un clima de sequía. Y Central se transforma en un equipo desordenado y vulnerable. Como lo demostró Chacarita rápidamente, cuando a los 9' Müller aprovechó la distracción del Cata Díaz y Muñoz Mustafá para bajarle de cabeza la pelota al Pininito Mas, quien con un certero zapatazo la clavó en un ángulo. El gol incrementó la ansiedad de los jóvenes canallas, quienes envueltos en la anarquía fueron a buscar la igualdad. Y allí el partido se hizo vibrante, de ida y vuelta, de difícil pronóstico, pero lejos de un buen nivel. Los riesgos se originaron en las imperfecciones, como así la falta de definición. Los funebreros apostaban todo a la seguridad de Vivaldo, a la inteligencia de Mas y al oficio de Müller. Central ponía todas sus fichas a la osadía de los pibes. Y en este contexto Muñoz Mustafá salvó sobre la línea un envío de Carucha, De Bruno hizo rebotar en el palo un centro de Ferrari, y el arquero de Chacarita se quedó con tres remates de gol. Para el complemento Osvaldo Chiche Sosa dispuso un esquema más conservador aún, y le dejó el rol protagónico a este Central en formación. Y la responsabilidad pesó aún más para los dirigidos por Teglia. Quienes en su afán por atacar se olvidaron de pensar, y los avances culminaron en reiterados pelotazos previsibles y fácil de contrarrestar por un acertado Leonardo Ramos. Teglia realizó variantes para tener un conjunto más ofensivo. Pero sin organización táctica es muy complicado generar peligro y llegar a la conquista. Salvo que entre los jugadores se disponga de alguien diferente. Central lo tiene. Y es Juan Antonio Pizzi. Quien podrá jugar bien o mal, pero tiene ese valor agregado que se llama oportunismo. Y por eso empató el canalla. Claro que de cara al futuro incierto el presente es muy delicado. Y los empates no bastan. Habrá que pensar bien el mañana porque el riesgo canalla sigue subiendo.
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