Año CXXXV
 Nº 49.329
Rosario,
jueves  13 de
diciembre de 2001
Min 19º
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cartas
Un país imaginario

En el extremo meridional de América del Sur, con 34 millones de habitantes, se extiende un país imaginario cuya historia reúne todas las características de la leyenda, la fábula y la tragedia. Hoy se atesoran en los textos escolares los datos que hablan de la colonización española, las enormes y diversas corrientes inmigratorias que escribieron el guión de su futuro y un sinnúmero de nombres y fechas que señalan el lugar exacto de las batallas, las victorias y unas pocas derrotas. También se hace referencia, aunque de manera escasa y sesgada, a las célebres expediciones que aniquilaron a los habitantes autóctonos del territorio e iniciaron así el proceso de civilización. No se habla, no obstante, de las masacres de la dictadura militar, de la acuñación del término desaparecido para nombrar la ausencia fantástica de miles de seres humanos, y tampoco de Carlos Saúl Menem. Amante del deporte, aficionado al tango y empedernido donjuán de barrio, Menem acaba de abandonar su prisión de lujo en una de las zonas más elegantes de Buenos Aires, absuelto del cargo de asociación ilícita por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia. Detrás quedan decretos firmados por él mismo para autorizar esa venta y la destrucción de media ciudad de Río Tercero, donde se encontraba la principal fábrica de armas y que sufrió una misteriosa y terrible explosión que volatilizó cualquier prueba que hubiese existido de aquel delito. En tiempos de la dictadura, el actual presidente de ese país imaginario, Fernando de la Rúa, acostumbraba a tomar el té con el general Suárez Mason, reclamado por el juez Baltasar Garzón y máximo responsable de los grupos de tareas de las fuerzas armadas que secuestraron, torturaron y asesinaron a miles de personas, les robaron sus bienes y regalaron a sus recién nacidos. El ministro de Economía, Domingo Cavallo, es el mismo que durante el gobierno de Menem diseñó el plan de pauperización que ha llevado al país a ser precisamente imaginario y que en julio de este año se gastó medio millón de dólares en la boda de su hija. El FMI ¿Fondo Moral Internacional? ya hace años que no le concede créditos, no sólo por la insolvencia ética de su clase dirigente sino porque el propio FMI es una institución que carece de reservas también desde hace años. Mientras tanto, la clase media ha desaparecido, el índice de suicidios se ha disparado entre la clase pasiva y la gente come basura en la calle. Yo nací en ese país y, a veces, tengo la horrible sensación de que no volveré a encontrarlo en el mapa.
Gerardo Di Masso


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