El seleccionado nigeriano de fútbol, uno de los adversarios que Argentina enfrentará en la Copa del Mundo Japón-Corea 2002 durante la fase inicial, buscará reafirmar su condición de cuco del continente africano con una actuación superior a la que desarrolló en las últimas ediciones mundialistas, en las que sorprendió por su buen juego aunque pecó de cierta fragilidad anímica. "Es el mejor equipo de Africa", dijo el técnico sueco Sven Goran Eriksson, a cargo del seleccionado británico de fútbol, otro de sus rivales. "Tienen una gran fortaleza en el aspecto físico y, además, cuentan con jugadores de experiencia", sostuvo Lars Lagerback, uno de los entrenadores a cargo del combinado sueco, el cuarto integrante del grupo F. "No me agrada mucho Camerún -uno de sus rivales en la zona E- pero no quería de ninguna manera a Nigeria. Ellos sí son el conjunto más poderoso de Africa", sostuvo con cierto alivio Rudi Voeller, entrenador del seleccionado alemán de fútbol. Entonces, queda en claro que el equipo africano es el representante que salió sorteado en el copón número 4 (el que nucleaba, en teoría, a los conjuntos más débiles) que mayor respeto insuflaba. Sin embargo, los propios nigerianos quieren que el Mundial asiático sea el del despegue definitivo, después de resabios de sabor amargo que quedaron tras Estados Unidos 94 y Francia 98. Es que en las anteriores ediciones de las copas del mundo, el conjunto africano realizó buenas exhibiciones, atrajo con su juego pulcro y, a veces, efectivo, pero sucumbió ante adversarios que le durmieron el ritmo y le quitaron la pelota. Así, Italia, con un inspiradísimo Roberto Baggio en 1994, y Dinamarca, con una contundente demostración de ataque en 1998, le dijeron adiós sucesivamente a una Nigeria que amenazaba con llegar más lejos. Argentina conoce bien el poderío de los africanos. En el citado Estados Unidos 94, con Diego Maradona en cancha y todo, el equipo de Alfio Basile necesitó transpirar hasta el final para ganar 2 a 1 y encaminarse a a la clasificación a segunda ronda. Posteriormente, a principios del 95, ya con Daniel Passarella como entrenador de la formación albiceleste, se registró un empate (0-0) en un partido válido por la naciente Copa de las Confederaciones jugada en aquella ocasión en Japón. Y por último, en la final de los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, Nigeria le dio una buena clase de practicidad a una Argentina dubitativa, a la que derrotó por 3 a 2 en la final y se quedó con la medalla dorada. Pero como ocurre en casi todo equipo que se nutre de muchas figuras, la dificultad máxima aparece a la hora de conformar el elenco adecuado, con el equilibrio justo. Inclusive, muchos de los integrantes del seleccionado africano (ganador de su grupo eliminatorio ante Ghana, un rival que siempre le trajo aparejados problemas) deslizaron en alguna oportunidad su intención de no vestir más la camiseta nacional, a causa de las continuas desorganizaciones existentes en el seno de la federación. Si Nigeria logra vencer sus problemas internos y se mentaliza en que está para pelear con los de arriba, hay posibilidades de cambio y consecuentemente le puede dar pelea a cualquiera. En caso contrario, surgirán otra vez las dudas y sus rivales podrán sacar provecho para derrotarlo, aún cuando en teoría luzcan como formaciones menos brillantes y sólidas. (Télam)
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