Pablo F. Mihal
Finalmente pasó lo que, a priori, la lógica indicaba; pero a juzgar por lo que ocurrió a lo largo de los 80 vibrantes minutos que duró el test match entre argentinos y neocelandeses la sensación que quedó fue de despojo. Un estadio Monumental repleto fue testigo de una magnífica lección de heroísmo por parte de Los Pumas que ayer, más que nunca, arañaron la gloria. Los temibles All Blacks, con más dudas que certezas, se impusieron a Los Pumas por 24 a 20, que de esta manera bajaron las persianas al calendario 2001. Los triunfos ante Gales y Escocia les dieron a los jugadores argentinos una dosis extra de optimismo, que previo al partido expresaron que un triunfo ante los All Blacks era posible. E hicieron todo para que así ocurra pero en fatídico minuto final todo se transformó en una expresión de deseo. No obstante el resultado, el balance final es altamente favorable. Si bien en las fibras más íntimas todos los que fueron a River esperaban ver lo que vieron jamás se imaginaron que Los Pumas ofrecerían su alma de la forma en que lo hicieron: presionando a un rival físicamente superior, técnicamente más dotado pero que no supo cómo contrarrestar ese fervor en cada pelota. Tanta fue la sorpresa de la visita que para poder descomprimir un poco el juego apeló a los kicks. Tuvo tan pocas pelotas para atacar que su línea pasó desapercibida, incluido Lomu que hizo muy poco y nada. A los 20' un kick alto de Felipe Contepomi desnudó la vulnerabilidad del fullback neocelandés (que hizo agua toda la noche), que no pudo controlar la pelota y tampoco impedir que Arbizu apoyara casi delante de sus narices. Esto animó un poco más a los dirigidos de Loffreda y Baetti, que se decidieron a atacar y no a esperar que lo hagan los hombres de negro. Las acciones se hicieron entretenidas y pareció que Argentina tenía todo más o menos controlado... hasta que apareció Lomu y dejó el tendal, apoyó y puso a Nueva Zelanda otra vez al frente. Sin embargo, lejos de amilanarse, Los Pumas siguieron apegados fiel al libreto, cortando la circulación de la pelota y no permitiendo que los All Blacks tuvieron tiempo y sobre todo espacios para poder maniobrar. En el complemento el planteo siguió siendo el mismo: atacar cuando las ocasiones se presentaran propicias y mucho tackle para frenar los intentos rivales. Esa presión la volvieron a hacer sentir a los 14' cuando en una jugada idéntica provocaron una nueva fisura y Arbizu, como lo había hecho en el primer tiempo, volvió a facturar. Los errores forzados de los neocelandeses quedaban cada vez más expuestos y todo estuvo a pedir de boca para Los Pumas. Los últimos minutos fueron verdaderamente no aptos para cardíacos. Faltando cinco minutos Argentina ganaba por tres y Contepomi tuvo en sus pies la posibilidad de quebrar definitivamente a los neocelandeses. Pero falló, cosa que no hizo el equipo rival, que en el cierre del partido pegó la estocada letal que dejó perplejo a todo el estadio. El vuelo de Robertson al try puso fin al sueño de poder ganarles por primera vez en la historia a los All Blacks. Aunque esta vez, para poder festejar debieron sudar mucho más de la cuenta.
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