El profesor Snape se convierte en la figura más atractiva del cuerpo de maestros de Hogwarts gracias a la gran interpretación de Alan Rickman. Habla tres o cuatro veces en toda la película, pero eso y sus miradas le bastan para convertirse en un personaje de cuidado, capaz de volverse aterrador para cualquiera de un segundo a otro. El filme mantuvo un cuidado extremo en la literalidad pero en el caso de Snape no incluyó una información de importancia: el profesor odiaba al padre de Harry Potter.
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