A su introversión, tan distintiva como su actual olfato de goleador en las últimas fechas, alguna vez le convino fugarse de la elite. Pero Pavlovich salió indemne de ese largo aprendizaje en Argentino de Rosario. Quizás por eso ese mundo de la Primera B Nacional hoy se le presenta como un edén de cartulina cuyo encanto necesita resaltar. "Este momento que estoy viviendo también se lo debo a Argentino. Cuando me fui de Newell's sabía que si me tocaba regresar no podía dejar pasar la oportunidad. Era aprovechar la chance o perdía el tren para siempre. Gracias a Dios las cosas me están saliendo", resumió una de las figuras rojinegras el domingo ante Huracán. Si bien los últimos festejos han engordado su palmarés en la tabla de goleadora del Apertura, la obsesión por convertir no es una pastilla que le quite el sueño. "No voy negar que para un delantero siempre es importante convertir, pero yo prefiero privilegiar el rendimiento del equipo. De hecho, para este campeonato no me puse ninguna meta con los goles", dijo tras firmar un par de autógrafos en la práctica de ayer a la mañana en el Coloso. Como buena ciencia inexacta, el fútbol no siempre escribe sus verdades en números. Pero el único parámetro que existe para mensurar la importancia de Pavlovich en este Apertura es precisamente preguntarle a la red. El delantero leproso hizo seis goles en estas quince fechas del torneo y no fueron gritos de morondanga. Todavía le da vuelta por la cabeza aquel cabezazo asesino que le propinó a Tombolini en el clásico y que sirvió para que Newell's prendiera la velita número 22 sin caer en el Parque. "Hacerle convertido ese gol a Central fue el envión que necesitaba para vivir este momento", finalizó.
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