Sergio Faletto
El San Lorenzo alternativo dejó anoche en evidencia que Central deberá trabajar y mucho para transformar un presente que da pocos indicios de generar optimismo. Los planteos tácticos pueden ser muy variados e ingeniosos pero quedó claro que para resurgir es imprescindible contar con los elementos que permitan desarrollar las distintas ideas. Cuando Filomeno sacó el centro a los 55' que peinó Santana hacia atrás y que Roberto Cornejo transformó en gol en el primer palo de Tombolini, dejó en la superficie la ausencia de garra y oficio para revertir una historia que con tan poco había quedado sellada.
La derrota en el Nuevo Gasómetro no es casualidad, porque en el fútbol la falta de planificación y la sumatoria de errores políticos institucionales indefectiblemente repercuten en la cancha. Porque también un club juega como vive.
El equipo de Teglia arrancó con una clara vocación ofensiva, con todos los ojos orientados hacia el arco de Ramírez, pero cuando apenas transcurrieron los primeros veinte minutos la construcción de la semana se derrumbó como una casa de naipes, porque la juventud de sus volantes no le permitió hacer la pausa para pensar y este pecado fue capital, ya que todos los intentos adolecieron de certeza y cambio de ritmo. Así el conjunto canalla se hizo previsible y le simplificó a los suplentes de San Lorenzo la recuperación de la pelota y el control del trámite.
La falta de recursos era el común denominador. Central no sabía y San Lorenzo no podía. El paisaje quedó descolorido y el partido mediocre. Los pelotazos se sucedían para cualquier lado y la poca gente comenzaba a arrepentirse de haber venido.
En el primer tiempo, un tiro libre del Cata Díaz sacó de la modorra a Ramírez, quien debió esforzarse para desviarla al córner. Parecía que el aburrimiento empezaba a despedirse pero sólo fue un espejismo. Todo pasó a depender de alguna maniobra sustentada en la gambeta de Cornejo y el pibe de San Lorenzo comenzó a alterar la tranquilidad de los marcadores de punta auriazules. Poco, demasiado poco para sacar a la etapa inicial del estancamiento.
En el complemento fue el equipo de Pellegrini el que creyó que podía ganar. Guillermo Rivarola se afirmó más en el medio, Di Lorenzo siguió proyectando con mucha movilidad y Santana iluminó con sus destellos. Central continuaba sin fútbol, Pizzi gesticulaba con desesperación y Quinteros trataba en vano con su fuerza de hilvanar alguna combinación para contrarrestar el dominio que el local comenzaba a imponer.
Pero llegó el gol de Cornejo y le cerró la persiana al encuentro. Los cambios de Teglia tampoco pudieron reformular el planteo canalla, ni siquiera el ingreso de De Bruno por Cetto, que a esa altura se presentaba como una innovación de mayor osadía.
Central debe asumir la crisis. Entender que vive tiempos de cólera y que la forma de resurgir es con trabajo y conocimiento. Dos virtudes que ostenta Teglia, quien se fue preocupado. Y es lógico que así sea, porque sabe que llegó el tiempo de barajar y dar de nuevo.
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La Ciudad
