Año CXXXV
 Nº 49.311
Rosario,
domingo  25 de
noviembre de 2001
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Guerra al terrorismo. El paralelo histórico resulta casi perfecto
Kunduz evoca al Japón medieval
Como los shogún, los líderes de la Alianza del Norte parecen listos a enfrentarse entre sí

Tokio. - El sitio de Kunduz en Afganistán evoca situaciones análogas típicas de los países del Asia premoderna protagonizadas por "señores de la guerra" en países como la China del siglo XIX o el Japón medieval pintado en célebres filmes como "Ran" y "Kagemusha" de Akira Kurosawa. En el actual Afganistán como en los países asiáticos de otros tiempos los enfrentamientos se producen en medio de tratativas, traiciones, divisiones y masacres que hacen aún más incierta la situación.
Durante más de 100 años, desde fines del siglo XV a principios del XVII, Japón fue el escenario de una cruenta guerra intestina entre señores de la guerra -shogún- feroces y sin escrúpulos y desdeñosos del poder central e imperial. Ese oscuro período que vivió Japón es conocido como "la edad de los Estados en guerra", que es exactamente lo mismo que ocurre hoy en Afganistán con los talibán de un lado, y el uzbeko Dostum y el tayiko Rabbani de otra (a los que habría que agregar, al menos, a Ismail Khan, señor de Herat, y al pashtún independiente Abdul Khadir, quien recuperó Jalalabad). Todos ellos, especialmente los primeros dos, son rivales entre sí y desconfían uno del otro.
Otra similitud entre las situaciones de esos países es que también tuvieron potencias extranjeras interesadas en participar de las decisiones del país, los soviéticos primero y los anglonorteamericanos ahora en Afganistán, y los portugueses en aquellos tiempos en Japón.
También los acerca la existencia de bastiones sitiados muy simbólicos, como Kunduz, Kandahar, Mazar-i-Sharif y Kabul en Afganistán, y el célebre castillo de Osaka en Japón por el que se peleaban dos de los mayores señores de la guerra de la segunda mitad del siglo XVI, Toyotomi Hideyoshi e Tokugawa Yeyasu. Aliados por fuerza los dos y enemigos a muerte, emparentados por intereses comunes y despiadados asesinos de mujeres e hijos, varias veces firmaron pactos de amistad que fueron violados con guerras imprevistas.
La victoria final fue Tokugawa contra los herederos de Hideyoshi, que fueron exterminados, y el fuego destruyó el castillo de Osaka. Después, sin embargo, la paz reinó en Japón durante más de dos siglos y medio y los herederos de Togukawa echaron de su país a los portugueses, su religión, el cristianismo, y sus temibles leyes. En Afganistán la situación sigue aún abierta y nadie se atreve a decir qué ocurrirá. (Ansa)



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