Mauricio Tallone
Daniel Teglia cumplió con su palabra. Después de un par de días conviviendo con el virus de la duda, el entrenador de Central se decidió por Javier Becerra en lugar de Luciano De Bruno y ayer sí se animó a soltar los once que enfrentarán mañana a San Lorenzo a las 19.30 y con el arbitraje de Gabriel Favale. Por lo tanto, Central saltará al césped del Nuevo Gasómetro con: Tombolini; Cetto, Daniel Díaz, Muñoz Mustafá y Rivarola; Erroz, Quinteros y Becerra; García; Arias y Pizzi.
Si bien hoy la presencia de Becerra se puede tomar como un hecho consumado, detrás de su inclusión en el equipo titular hay una historia que transitó la semana y que merece ser contada.
La práctica del miércoles en Palos Verdes fue el indicativo de que el Enano tenía grandes posibilidades de ocupar el carril izquierdo en el partido ante el conjunto del chileno Manuel Pellegrini. A pesar de que esa tarde el conductor canalla no dejó asomar ningún indicio sobre la formación titular y nunca se atrevió a dar nombres, en la práctica reflejó su prioridad: sorprendió con Becerra (22 años, ningún gol en primera) en el andarivel izquierdo y mandó al equipo de los suplentes a Hernán Encina. En esa jornada en el club de Fisherton, Teglia también dejó caer otra carta para redondear su idea. Ni bien terminó el primer tiempo de la sesión táctica, lo llamó a Becerra y charlaron durante un buen rato al borde de la cancha. Además, y como para echarle un poco de claridad a la cosa, el jugador se encargó de confesarle a Ovacion esa misma tarde que en el diálogo mantenido con el DT se había deslizado la posibilidad de arrancar jugando el partido, aunque el físico no estuviera para los noventas minutos.
Amén de esos síntomas, que pasó en las últimas 24 horas para que aquella chance casi segura de Becerra como carrilero por izquierda alcanzara la dimensión de la incógnita. Muy simple: el Enano no sorteó el escollo físico en la práctica futbolística del jueves y eso le hizo perder terreno.
"Me ahogué un poco y sentí mucho la falta de competencia. En los primeros minutos aguanté bien, pero el intenso calor que hizo no me dejó respirar", fueron las palabras que esbozó el jugador a la salida de la práctica en el Gigante.
Esa declaración con cuerpo de una sentencia no sólo hizo dudar a Teglia de su apuesta, sino que le abrió las puertas a Luciano De Bruno -el otro en discordia- para apoderarse del puesto.
Planteada así la historia, no quedaba otra que colegir que la decisión final se debía cocinar en la práctica de ayer. Y así fue. A Teglia le alcanzaron sólo quince minutos en medio de un campo barroso para consolidar su pensamiento madre. Si Becerra respondía a las exigencias, el puesto por izquierda ya tenía dueño. El otro granito de confianza se encargó de ponerlo el jugador con su actuación en la práctica en Baigorria. No sólo se mostró recuperado del bajón de presión y la angina que padeció el jueves, sino que recuperó la mejor cara del batallador carrilero que Teglia quiere para surcar el andarivel izquierdo. Y se sabe, para un técnico de paladar fino como se jacta tener Teglia, ver a su pollo cumplir con el pedido es un bocadito tan tentador como acercarle una banana a una jaula de monos.
Colorín colorado, Becerra fue el carrilero confirmado.
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La Ciudad
