Año CXXXV
 Nº 49.301
Rosario,
jueves  15 de
noviembre de 2001
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Cierran un banco y dejan puestas las llaves en la puerta de ingreso
Fue en una sucursal del Bisel en Arroyito. La policía encontró en el interior a un joven de 18 años

A los responsables de la sucursal Arroyito del Banco Bisel, el insólito olvido que tuvieron la tarde del martes les pudo costar caro. Sin embargo, la suerte estuvo de su lado y el hecho no pasó de ser un susto. Cuando el último empleado de la entidad se retiró del lugar dejó puestas las llaves en la puerta de acceso dando vía libre a cualquier ladrón que pasara por allí, algo que finalmente no ocurrió.
Lo cierto es que poco después de la 1.30 de ayer, en la Jefatura de la Unidad Regional II empezó a sonar la alarma infrarroja de la sucursal del Bisel ubicada en avenida Alberdi 730 bis. Ante ello, se dio aviso al Comando Radioeléctrico y rápidamente varios móviles arribaron al lugar.
En medio de un operativo cerrojo, los policías advirtieron que las luces del banco estaban prendidas y la puerta de calle sin llave. Por eso decidieron ingresar e investigar que pasaba a la vez que daban aviso a la seccional 9ª para que traten de localizar al gerente de la entidad.
Así las cosas, cuando los policías entraron al banco se sorprendieron cuando un muchacho descendía las escaleras que comunican con el primer piso del edificio y rápidamente lo apresaron.
En poder del joven los agentes encontraron un llavero de acrílico con el logo del banco y cinco llaves. "Lo encontré en la puerta y como estaba abierto entré para ver si había alguien que se las dejó olvidadas. Mi intención era devolverselas", sostuvo el muchacho rodeado de policías incrédulos.
Tras ello el muchacho fue conducido a la seccional 9ª, donde lo identificaron como Nicolás Alfredo Ayala, de 18 años, quien no tenía antecedentes policiales pero quedó imputado de tentativa de hurto.
El joven permaneció demorado un par de horas hasta que el gerente del banco, Roberto Díaz, de 50 años, les comunicó a los policías que en la recorrida que hizo por el interior de la sucursal pudo comprobar que no había nada roto y que tampoco había faltantes de elementos o dinero.
Lo que Díaz no pudo explicar en la comisaría es quién y cómo dejó olvidada la llave en la puerta, un bocado que seguramente hubiese tentado a las bandas de asaltantes más lúcidas del país o a los ladrones más osados de la ciudad.


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