Visiblemente dolido por el alejamiento de Patricia Bullrich de su equipo íntimo de colaboradores, el presidente Fernando de la Rúa aclaró que aceptó la dimisión de la ex militante peronista porque había creado una situación en el gabinete nacional que "no se podía admitir". "Es una lástima el alejamiento de Bullrich, por quien tengo un gran afecto", confesó el mandatario. "Mi deseo -agregó- era que ella continuara trabajando, pero cuando volví de Estados Unidos me encontré con una polémica con otros ministros, y esa no era una situación que se pudiera admitir". Al mismo tiempo, fuentes del gobierno revelaron que "el presidente no quiere perder a Patricia", por lo que no descartaron la posibilidad de que se le ofrezca una representación diplomática en el exterior, tal vez alguna oficina en Ginebra. En una conferencia de prensa que ofreció en Berlín poco antes de partir hacia Portugal, De la Rúa afirmó que ya le había advertido a la ex ministra que no abriera "debates por la prensa" vinculados con los recursos para planes sociales y justificó su decisión de relevarla bajo el argumento de que "cuando se trata del Estado no miro con preferencias ni simpatías y, por eso, acepté de inmediato su renuncia". Sin ocultar su pesar, en todo momento consideró que Bullrich "no debió haber abierto juicios sobre actitudes de otros ministros", en referencia a las críticas contra sus pares Gabriel Dumón y Daniel Sartor. "En momentos en que hace falta tranquilidad y que estoy pidiendo unidad nacional no puede haber divisiones en el gabinete", advirtió una y otra vez el primer mandatario, quien también negó que Bullrich haya quedado fuera del gabinete por presiones de la CGT oficial y, remarcó que la renuncia se debió exclusivamente "a los planteos sobre recursos" y "por ataques a otros ministros". "Acá no hay cambio de posición, ni presiones externas. Sólo tengo elogios para la tarea cumplida por Bullrich", destacó.
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