Año CXXXV
 Nº 49.301
Rosario,
jueves  15 de
noviembre de 2001
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Editorial
Indicios de cambio

La palabra, de tan empleada, se ha convertido en un latiguillo recurrente, y en ese largo tránsito recorrido -desde la jerga de los especialistas hasta el habla cotidiana de casi todos- parece haber perdido gran parte de su significado. Pero "globalización" dista de ser un vocablo vacío de sentido: su cotidiana puesta en práctica ha modificado y modifica la vida de mucha gente, tanto positiva como negativamente. Y una nueva prueba de su fuerte presencia fue una información que acaso haya pasado inadvertida para el llamado, a veces despectivamente, "gran público", pero cuyo eco se asemejó al de una campana en una silenciosa tarde de domingo dentro de las redacciones periodísticas, sobre todo en secciones como Economía. Se está haciendo mención, simplemente, al ingreso de China en la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Expresada de ese modo escueto, la información nada dice a los ojos profanos. Pero basta rascar apenas un poco la pintura que la recubre para comprender la dimensión de su importancia. El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, fue explícito al respecto: "Es un acontecimiento de dimensiones históricas para el sistema de comercio internacional", dijo. Mientras, otro funcionario de trascendencia como el ministro de Economía francés, Laurent Fabius, comentó: "La M de la OMC se volverá realidad". Habían transcurrido nada menos que quince años de arduas negociaciones, pero el final de la novela fue feliz. Basta mencionar una sola cifra para comprender la relevancia del fenómeno: China es la novena potencia comercial del mundo (hace dos décadas, ocupaba el trigésimo segundo puesto) y se aguarda que su producto bruto sea diez veces superior en el ya no tan lejano año 2020.
Hasta el momento en que decidió adherir a la OMC, la gran nación asiática había vivido virtualmente aislada, defendiendo su independencia económica con auténtica ferocidad. Ahora, tendrá que acatar regulaciones ("hay que recordar que esta es la primera vez que China se une a una organización donde otra persona le dice qué es lo que debe hacer", disparó el comisario europeo de Comercio, Pascal Lamy). Y aunque muchos hasta hoy día la miren con cierto recelo, por cuestiones culturales y hasta por resabios de la añeja Guerra Fría, su potencial es inmenso, y el mercado que constituye -en constante crecimiento- debe ser vislumbrado como una gigantesca oportunidad para todo Occidente. Enhorabuena, entonces. La globalización, bien entendida, debería acarrear ventajas para todos.


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