 |  | Reflexiones El horror viene desde arriba
 | Carlos A. Solero (*)
Guerra Mundial (1914-1918) se incorporaron los aviones como arma en las contiendas bélicas, los habitantes del Planeta saben que el peligro de muerte no sólo circula a nivel de superficie. Durante la Guerra Civil Española, los habitantes de Gernika y otras ciudades como Madrid o Barcelona vivieron en zozobra continua, ante la inminencia de los bombardeos fascistas perpetrados por las naves de Hitler y Mussolini. Pablo Picasso, reflejó en imágenes, este horror venido desde el cielo. Durante la Segunda Guerra, Londres, Colonia, Frankfurt y otras urbes padecieron los bombardeos de los aliados o el Eje según el caso. El lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaky, marca para la humanidad un hito trágico cuyas secuelas aún persisten. Durante el medio siglo que duró la guerra de Vietnam, poblaciones enteras fueron arrasadas por la aviación norteamericana, napalm y gas desfoliante, fueron vertidos sobre personas inocentes, sobre escuelas, aldeas, etc. Otra vez la muerte se precipitó desde el cielo. En muchas de las leyendas bíblicas y de otras religiones, aparecen relatos que dan cuenta de bolas de fuego descendiendo sobre pueblos y sembrando la desgracia y el dolor. Seguramente, ni los hermanos Wright, ni Santos Dumont, ni Vito Dumas, ni Ramón Franco, imaginaron jamás que alguna vez esas maquinarias extraordinarias que son los aviones podrían causar el pánico en hombres, mujeres y niños. Lo cierto es que, luego del 11 de setiembre de 2001, día de los atentados en Nueva York y Washington, es difícil no pensar que parte de nuestras desdichas cotidianas pueden venir desde arriba. Los pobladores de Irak, Afganistán y ahora también los de los Estados Unidos de Norteamérica, seguramente al levantarse y mirar al cielo, no sólo observan nubes y sol, sino también maquinarias tripuladas que despiertan algo más que admiración. Cada día despegan y aterrizan miles y miles de aviones en los aeropuertos del mundo. En algunos países, el trasladarse en avión es tan frecuente como viajar en tren o en ómnibus. Afortunadamente, en la mayoría de los casos las partidas y las llegadas son normales y hacen felices a los pasajeros. Pero, al parecer esta alborada de milenio, con sus contradicciones y sus enigmas, multiplica nuestros interrogantes. Consideramos oportuno orientar nuestras reflexiones a trabajos de teoría social como los de Theodor Adorno y Max Horkheimer, con sus tesis sobre la "dialéctica del iluminismo" y el patético triunfo de la razón instrumental, que en la modernidad ha desplazado a la razón estética y algo peor, ha puesto a la ética en medio de un tembladeral. Quizás allí encontraremos las claves de muchos de los acontecimientos del presente. (*) Profesor de Sociología
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