En momentos en que el gobierno nacional camina por la cornisa, la Piba pegó el portazo y desencadenó otra crisis en el gabinete. La ministra de Seguridad Social, Patricia Bullrich, una de las piezas clave del delarruismo, renunció ayer a su cargo. ¿El motivo? La negativa del presidente Fernando de la Rúa de concederle el manejo unificado de los programas de asistencia oficiales. "Me sentí un ñoqui y un estorbo", amplió luego la ex funcionaria en el programa "Detrás de las noticias", de Jorge Lanata.
Bullrich afirmó que renunciaba porque se hubiera sentido "muy mal si estuviese ocupando un cargo donde se están duplicando funciones", en referencia a Desarrollo Social. Además, advirtió que "el país está en un momento de una enorme crisis, donde hace falta austeridad y ejemplaridad".
A su turno, antes de partir rumbo a Europa, el jefe del Estado confirmó que aceptó la renuncia de Bullrich para "asegurar la cohesión (del gabinete) y procurar mayor eficiencia en las reformas que habíamos resuelto dentro de la estructura ministerial".
Sin embargo, la salida de Bullrich desnudó una nueva crisis en el flamante gabinete de De la Rúa, reestructurado y aumentado hace sólo tres semanas tras la fuerte derrota electoral del oficialismo. Y no se descarta que haya nuevos movimientos en las principales filas gubernamentales.
El presidente anunció que el titular de Trabajo, José Gabriel Dumón, ocupará interinamente la jefatura de la cartera de Seguridad Social. El funcionario deberá elaborar un informe sobre el futuro de ese ministerio, que De la Rúa estudiará el domingo próximo apenas regrese de su viaje por Alemania y Portugal.
El muñequito
Ahora la continuidad de la cartera, creada especialmente para Bullrich el 29 de octubre pasado, quedó en duda luego de la salida de su titular. De la Rúa sólo se limitó a agradecer la labor cumplida por la ministra renunciante, una de las pocas espadas delarruistas que se animó a enfrentar a los caciques gremiales, a quienes incluso les ordenó que presenten sus declaraciones juradas. "A mí no me van a manejar como a un muñequito", había dicho la ahora ex ministra en una reciente entrevista con La Capital.
Bullrich estaba al frente del nuevo programa de asistencia familiar, que anuló el plan vigente de asignaciones familiares para sustituirlo por la entrega de subsidios a familias desocupadas o cuyos ingresos son inferiores a 1.000 pesos. La funcionaria decidió pegar el portazo tras enfrentarse públicamente con Dumón y su par de Desarrollo Social, Daniel Sartor, lo que provocó un fuerte enojo en el primer mandatario.
Desde su llegada al gobierno Bullrich integró el círculo más cercano del presidente: tenía muy buena relación con el Grupo Sushi, que comanda Antonio de la Rúa, que le reconocía empuje y decisión. Pero su estrella se empezó a apagar por el duro enfrentamiento que mantuvo con las cúpulas sindicales, con el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, y con Dumón.
Los máximos dirigentes gremiales celebraron ayer el alejamiento de Bullrich. En medio de aplausos y carcajadas, el líder de la CGT rebelde, el camionero Hugo Moyano, apeló a la ironía y disparó una frase que quedó inconclusa: "Cuando el barco se hunde, los primeros que rajan..." (ver aparte).
De todos modos, el ministro de Economía, Domingo Cavallo, enfatizó que la ministra renunciante hizo "una gran tarea" y adelantó que su reemplazante implementará "las ideas que ella defendió con tanta paciencia". A su turno, Dumón lamentó la dimisión ya que "Bullrich fue una buena funcionaria y ayudó a la gestión presidencial".
Tras relevarla de Trabajo, De la Rúa quiso mantener a Bullrich. Le ofreció Seguridad Social, cargo que aceptó con la condición de manejar la totalidad de los planes y que se disolviera la cartera de Desarrollo Social.
El jefe del Estado le pidió que aguardara hasta después del anuncio de las medidas económicas para no generar, con sus reclamos, nuevos cortocircuitos en el gabinete, pero la promesa nunca se cumplió: Bullrich dio un paso al costado y los Gordos están de fiesta.