El episodio ocurrido en el despacho del juez Kesuani se repite con más frecuencia de lo que se cree, especialmente en los juzgados de Instrucción. El año pasado, un detenido a disposición del juez Juan José Pazos literalmente atravesó la puerta de vidrio del consultorio médico forense para exigir una condición inaceptable para el magistrado. Otros incidentes similares se sucedieron en los últimos años y ayer el secretario de un juzgado recordó uno en el que un detenido llevaba dos hojas de una máquina de afeitar escondidas en la boca. Cuando sacó la primera y amenazó con cortarse las venas, los policías se la quitaron, pero como el secretario del juzgado notó que hablaba con cierta dificultad, ordenó que le abrieran la boca y encontraron la segunda.
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