Año CXXXIV
 Nº 49.294
Rosario,
jueves  08 de
noviembre de 2001
Min 9º
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cartas
Lucía, un caso paradigmático

¿Por qué los jueces castigan a la mujer que aborta un embrión y no a los hombres que ejecutan abortos posnatales con tanta frecuencia? La noticia de la muerte de Lucía me angustió por ella y por todos los adolescentes que asisto en situaciones parecidas. Conocí a Lucía el año pasado, tenía 18 años y me pidió a través de su abogado que la ayudara a reclamar para que su padre la proteja y abrace...Cada vez que le presentaban alguien decía entre el orgullo y la justificación: "soy discapacitada", por una ceguera que le impedía percibir el mundo con sus retinas. El 22 de noviembre de 2000 hablé con ella, en el aula 7 de la Facultad de Derecho. En esa oportunidad definió su dolor diciendo: "Es injusto y horrible que un padre margine a un hijo y se comporte así. Yo soy discapacitada y tengo que someterme a tratamientos por tumores...Mi hermana tiene problemas psicológicos. Creo que es un delito no dar afecto al hijo". Hoy Lucía murió, pero antes fallecieron sus ilusiones y sueños...Hace un tiempo, un famoso periodista porteño le prometió tratar su tema, el abogado que la acompañó me invitó para argumentar más. No acepté por no abandonar mi trabajo y además porque imaginé que la promesa se frustraría por cualquier pretexto. Por supuesto volvió ese día sin haber salido al aire. El padre de Lucía, ¿qué sentirá hoy? Al menos que sea ejemplo para los que interrumpen su ciclo vital cortando las ramas del árbol de la transmisión humana. No hay ley que valga y obligue a amar, pero sí la que insiste en que el hombre se haga responsable y no aborte el desarrollo psíquico y también físico de sus hijos. Los mercaderes del consumo compran los medios y muestran violaciones, rupturas, divorcios y guerras, negociando con el fenómeno de la involución humana en la "retromodernidad" (perdimos las conquistas de la modernidad). Así como la madre es indispensable en el lactante, el padre lo es para el adolescente, y cuando desaparece interrumpe el proceso desnutriendo algún nivel para siempre. A veces la intervención desde afuera del vínculo, no restaura, incluso suele participar en una especie de "inculcación maliciosa" que induce venganzas y nutre el odio de la humillación, agravando el abandono y encogiendo la posibilidad de entendimiento. Los profesionales (docentes, médicos y otros) que rodean a jóvenes que padecen estas cuestiones deben jugarse más ayudando en el reclamo de una justicia que no habita exclusivamente en los tribunales, sino a la vida misma. Adiós Lucía, aunque tu cuerpo no esté presente, seguirás defendiendo a otras que como vos reclaman el justo amor.
Mirta Guelman de Javkin


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