Rodolfo Montes
El director chileno radicado en Francia Raoul Ruiz estuvo en la Argentina para presentar su nueva película, "La comedia de la inocencia", protagonizada por Isabel Huppert. Con una larga y respetada carrera, comenzó en el cine en 1968 con "Tres tristes tigres" y vivió en la Argentina. Se exilio en Francia a causa del golpe de Estado de 1973 en Chile. El filme se estrena en el Monumental y el Village. Desde adolescente su capacidad de producción fue sorpresiva; entre los 16 y 21 años escribió 100 obras de teatro, todo un récord. "Muchas eran cortas, de tres páginas -le dijo a Escenario- cualquiera que se lo proponga podría lograrlo". Estudió cine en Santa Fe en el año 72. "En aquella época hacíamos cine social y todo estaba sustentados por una ideología y en términos filosóficos. Por ejemplo decíamos que el documental era mejor que la ficción, era políticamente mejor", confesó. -¿Cómo fue su salida de Chile? -Mi salida a Europa no la tomaría como un exilio. Siempre he sido prudente, cuando mataron al primer cineasta de mi país y yo era el cuarto y luego no había más, decidí irme". Y agregó, "cuando llegué a Francia busqué hacer cine chileno, con actores de mi país que llegaban al exilio. Así surgió "Diálogos del exilio", que terminó siendo prácticamente una película cómica. -¿Por qué? -Porque podríamos decir que Chile es un país que padece la locura de Demócrito. Como sabemos, este filósofo (creador de la teoría atómica como fuente del conocimiento) se volvió loco porque no encontraba nada que fuese serio. Y se reía todo el tiempo, extendiendo su locura al pueblo donde vivió, donde todos se reían de todo. Chile es un poco eso y se reflejó en aquella película que debió ser trágica y resultó cómica. -¿Qué le ofrecía, en aquella primera etapa, el cine francés como enseñanza? -Me empecé a preocupar más por la forma y lo que ella podía tener de contenidos en sí misma. No digo que mi cine sea desde ahí sin tema o sin contenidos, digo que tomé conciencia que en la manera de filmar se puede hacer sentir mucho más emoción poética que con el tema mismo de la película. -¿Cómo diría que fue la trasformación de su cine de documental a ficción? -Es un poco lo que ocurre cuando uno se adentra en una realidad que a su vez, está llena de ficción. Vivimos en una realidad donde los llamados documentos son ficciones desarticuladas. Esto también puede explicarse desde la "máquina" freudiana y podríamos decir que los "documentos" del documental son la parte consciente y el inconsciente son las ficciones posibles que luchan por emerger. -¿El guión es siempre el inicio de una película o se puede empezar desde otro lado? -Muchas veces trabajo empezando por imágenes que considero reveladoras. Por ejemplo puedo ver un río, que habla naturalmente de la fluidez del cine y fotos que pasan flotando. Esos son fragmentos fijos. Entre la contradicción entre los dos elementos podría tener sentido hacer una película. Luego se hacen los movimientos de cámara y después empiezo a trabajar con el guionista. Reconozco que para trabajar de este modo se requiere de un productor muy particular, que de algún modo acepte empezar a construir la casa empezando por el techo. -¿Cuándo considera que una película es exitosa? -Un hit se produce por muchas causas, en todos los países pasa. Muchas veces una película que no es la mejor de un determinado director, ni la mejor actuación de los actores, consigue una gran respuesta del público. En porque tocó "algo" en la gente, en el momento justo. Por otro lado los hits no hacen una cinematografía que dure, eso es seguro. Otro problema es cuando se equipara calidad con cantidad de espectadores, cuando en verdad suele ser lo contrario. También está la idea en términos económicos que con una película se gana o se pierde; al que quiera jugar en esa ruleta que es Hollywood le conviene acercarse para el lado de Los Angeles, aunque la ruleta se pueda transformar en una ruleta rusa. -¿Cómo le gusta que hablen de su cine? -Como una evolución, donde se pueda ver la riqueza artística y política de la propuesta. A través de los cine clubes donde los espectadores se integran de a uno a la propuesta y no en patota.
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