Mauricio Tallone
Hernán Nicolás Encina advierte que es tan corto de físico como sumiso para hablar. Que prefiere una y mil veces comunicarse con la pelota como lo hizo por el carril derecho el sábado ante Independiente a soltar la lengua para contar qué sintió, quién es, qué anhela y cómo sigue esta historia después del bautismo con la camiseta de Central. Por eso ante la requisitoria de Ovacion, el Sapito -apodo que heredó de su abuelo- activa el piloto de la discreción y se esfuerza para que en su cara se trace un gesto tenue, mezcla cómplice de suspiro y sonrisa, cuando un estiletazo perspicaz intenta arrancarle sus sensaciones ahora que ya se sentó a la mesa de la elite del fútbol argentino. "Estoy muy contento con las cosas que me están pasando desde el sábado cuando debuté ante Independiente. Todavía no puedo creer lo que estoy viviendo. Hace unos días que mi casa está llena de gente, me saludan por la calle. Yo trato de mantenerme tranquilo y seguir haciendo mi vida como hasta ahora", afirmó una de las promesas en ciernes de la cantera canalla. Igualmente, esa posición que eligió para encarar este presente no le impide detectar que la alentadora actuación que tuvo ante Independiente lo ubicó en la pole position de la carrera para asegurarse un lugar en el clásico. Sabe que, tarde o temprano, esa pelota embarrada llamada Newell's se cruzará por su mente. Sabe todo eso y también entiende que su historia de sencillez a partir de ahora se desgranará a un ritmo vertiginoso. "No sé lo que me pasa, pero cuando entro a la cancha me transformo. Cuando pisé el sábado el césped del Gigante traté de dejar la vida por la camiseta de Central", sostuvo, abandonando por un instante esa introversión propia de un chico que está dando los primeros pasos en el circo mediático de la pelota. Al quinto de cinco hermanos se le había dado por la gambeta en el barrio Las Flores, donde anclaron los Encina luego de que él soplara las velitas de sus primeros años. Después de vestir la camiseta de dos clubes barriales llamados 17 de Agosto y Los Amigos, su horizonte empezó a pintarse de azul y amarillo. "A Central llegué en el 96 y a partir de ese momento empecé a escalar en la Rosarina, jugué en la novena, octava, séptima y en la sexta subí a AFA", contó su breve reseña futbolística. Si eligiera una moneda para reflejar su debut del sábado, el Sapito tendría bien en claro ambos lados. Cara: "Sentí nervios sólo cuando entré a la cancha, pero cuando tuve el primer contacto con la pelota se me pasó todo. Además en todo momento tuve el apoyo de mis compañeros. Ellos me hablaron mucho durante el partido y eso fue muy tranquilizador para mí." Ceca: "A pesar de que tuvimos una buena actuación, el empate no fue un gran resultado. Hubiera preferido ganar por encima de mi actuación. Yo sé que aproveché la oportunidad que me dio el técnico, pero eso no quiere decir que me haya ganado el puesto". Sin embargo, ese guiño que le tiró Jota Jota al darle la camiseta 32 no lo desliza por el barranco del exceso de confianza. Al contrario, ahora que demostró tener luz propia en un equipo de vaivenes pronunciados no cree estar en condiciones de gritar titularidad en el clásico. "No voy a negar que estoy esperando el partido ante Newell's, pero eso lo va a decidir el técnico. Ojalá si me toca estar ante Newell's pueda regalarle a mi familia un triunfo con un gol mío. Sería cumplir un sueño, sobre todo porque en todos los clásicos que jugué en las inferiores nunca pude convertir un gol", cerró el volante canalla a modo de deseo.
| |