Año CXXXIV
 Nº 49.291
Rosario,
lunes  05 de
noviembre de 2001
Min 15º
Máx 28º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





cartas
Remedio amargo

Durante muchos años la zona más fértil y rica del país, como es la Pampa Húmeda, se ve permanentemente afectada en forma recurrente por inundaciones persistentes que terminan por estacionarse, tornando improductivas a millones de hectáreas que, en consecuencia, dejan de producir, con el consiguiente perjuicio para sus propietarios y para el país. Estas inundaciones comprenden a cuatro provincias que se ven afectadas en mayor o menor grado, como son Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y La Pampa; provincias éstas que, por escasez de recursos, no afrontan con lucidez empresarial este problema y miran todas hacia el gobierno nacional -otro gran fundido- para ver si pueden trasladar el problema, casi parodiando al famoso juego del "gran bonete". Si partimos de la premisa fundamental que tanto los estados provinciales como el nacional no están en condiciones de afrontar una solución de fondo a este problema, creo que existe una única posibilidad para una solución definitiva y permanente y que deberá ser analizada con frialdad y visión de futuro por todos los afectados. De todos estos millones de hectáreas inundadas, una buena parte de ellas están ya afectadas permanentemente, vale decir que son campos irrecuperables, definitivamente perdidos y con valor inmobiliario "0", ya que nadie va a comprar una laguna para sembrar ningún cereal, a no ser -como ya han hecho algunos productores- que se dediquen a la pesca del pejerrey. Por lo tanto, aquí viene la pregunta del millón: ¿si yo tengo un campo de 1000 hectáreas, completamente inutilizado y de valor de venta 0 y alguien se compromete a retornarlo en el estado productivo anterior y con el valor inmobiliario actualizado, cuántas de estas hectáreas estaría dispuesto a resignar, el 20%, acaso el 30? Pues de no tener absolutamente nada, pasaría a disponer del nuevo campo recuperado para recomenzar a producir como lo hacía anteriormente, con los consiguientes beneficios económicos que no vale la pena enumerar. Yo comprendo que en una primera lectura esta propuesta es irritativa, ya que nadie estaría dispuesto a ceder nada y argumentaría, con justa razón, que la solución es una política de estado, pero quien esté medianamente informado, habría de comprender que por muchos años "nuestro Estado" no estará en condiciones de realizar una obra de esa envergadura. Este es un "remedio amargo" que muy pocos estarían con ganas de tomar, pero sería la solución práctica, rápida y definitiva del problema.
Darío Rubén Trape


Diario La Capital todos los derechos reservados