Si bien no se puede supeditar el empate que consiguió Central ante Independiente a la mala actuación de Juan Pablo Pompei, es necesario colegir que el árbitro influyó en el desarrollo del partido porque se comió dos expulsiones en jugadas que no merecían otro tratamiento. La primera, y quizás la más evidente, se produjo cuando promediaba el primer tiempo y Javier Paéz le tiró un codazo terrible a César Delgado. A pesar de que el árbitro cobró la infracción y amonestó al defensor rojo, la falta mereció ser sancionada con una expulsión. La otra jugada que despertó la ira del público canalla se produjo en el complemento cuando Hernán Franco -de pasado rojinegro- le metió una patada sin pelota a De Bruno y sólo se llevó de regalo el cartón amarillo por parte de Pompei.
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