Año CXXXIV
 Nº 49.290
Rosario,
domingo  04 de
noviembre de 2001
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Hacia un espionaje futurista y menor privacidad

David E. Kalish

Nueva York. - El sospechoso sale por un momento de su escondite en el desierto para fumarse un cigarrillo. Sin ser divisado, un espía local envía un mensaje por radio a los comandos estadounidenses que vigilan esa posición. Y un francotirador certero apostado cerca liquida el blanco con una sola bala en esta escena futurista. Al otro lado del mundo, una cámara especial instalada en un aeropuerto estadounidense fotografía el iris del ojo de un pasajero y lo identifica como uno de los terroristas en una lista negra. Una docena de guardias lo apresa.
En la guerra secreta contra el terrorismo, dicen los expertos, la victoria podría depender de una mejor red de espionaje, dispositivos de vigilancia ultramodernos y más precisos, y la información compartida por agencias de inteligencia de varios países. Pero hacer del mundo un lugar más seguro también podría significar sacrificar los derechos a la privacidad que se daban por descontados, advierten los expertos.
Es un mundo al que EEUU y sus aliados parecen encaminarse después de los pavorosos ataques terroristas del 11 de septiembre, dijo Jonathan Winer, que fue subsecretario de Estado para administración internacional de justicia en el gobierno de Bill Clinton. "Estamos avanzando rápidamente, a pasos agigantados, hacia cosas que necesitábamos hacer desde hacía mucho", afirmó.
Pronosticar el futuro es difícil cuando se trata de un enemigo insidioso como Osama Bin Laden, supuesto cerebro de los ataques terroristas del 11 de septiembre, y su red de Al Qaeda. El presidente George W. Bush ha dicho reiteradamente que la lucha encabezada por EEUU en Afganistán es el primer paso de una ofensiva antiterrorista que podría durar años.
Si el esfuerzo es exitoso, ni qué pensar en un desfile de la victoria ni una firma de capitulación del enemigo. El triunfo probablemente será más sutil: la sensación de ascender a un avión sin temor a ser secuestrado o de abrir las cartas sin preocupaciones.
El público verá algunos cambios y otros no. Marvin Cetron, un asesor del gobierno en seguridad nacional, prevé una mayor red de espías norteamericanos en los países donde los terroristas están activos. También anticipa que se escogerá a nativos de esos países en base a su capacidad para infiltrarse en grupos terroristas y dispuestos a usar medios extremos. "Hay que conseguir gente de baja calaña", comentó Cetron, coautor de Terror 2000, un informe de 1993 encargado por el Pentágono que pronosticó en forma precisa que el terrorismo internacional iba a golpear directamente a EEUU.
Los espías en el terreno son decisivos para garantizar la verosimilitud de la información recogida electrónicamente, dicen Cetron y otros expertos. La nueva tecnología permite intercepciones a mayor distancia, mejores métodos para la individualización de la voz humana y la capacidad de descifrar datos, asegura Steve Uhrig, experto en intercepciones y equipos de vigilancia entre cuyos clientes se cuentan la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad.
A fin de descifrar los códigos utilizados por los terroristas, hará falta contratar más intrusos electrónicos entre los jóvenes capacitados en computadoras, considera Cetron.
Para afianzar la seguridad cotidiana, está empezando a aflorar una nueva clase de dispositivos futuristas que pueden verificar instantáneamente la identidad de una persona con una fotografía de sus ojos, una impresión de sus manos o una grabación de su voz.
En EEUU los ataques han reavivado la idea de una cédula de identidad nacional. El país no cuenta con un documento de este tipo. Larry Ellison, director general de Oracle Corp., fabricante de programas de computación, propuso una tarjeta que la gente pueda pasar por una ranura antes de entrar a aeropuertos, edificios del gobierno, plantas nucleares y lugares peligrosos o delicados. La información de cada tarjeta se compararía con una base de datos central para determinar inmediatamente si el usuario está legalmente en el país, además de indicar otras estadísticas vitales.
La guerra contra la amenaza del bioterrorismo constituye otro desafío. El gobierno estadounidense planea acumular vacunas y antibióticos para prevenir y tratar infecciones. También será preciso proteger los edificios públicos y comerciales, los lugares donde se ha detectado ántrax recientemente. (AP)


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