Las gestiones del gobierno para conseguir una garantía que apoye la reestructuración de la deuda pública se complicaron ayer con las declaraciones del secretario del Tesoro de EEUU, Paul O'Neill, respecto de que el ministro Domingo Cavallo no debería esperar una ayuda adicional del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Las dificultades para conseguir el aval internacional para el canje de deuda y las demoras en el acuerdo con los gobernadores obligaron al gobierno a postergar nuevamente el anuncio del paquete de medidas económicas.
A medida que se estancaban las gestiones, la Bolsa porteña, que había arrancado con una suba del 5%, fue recortando ganancias hasta terminar casi en un empate técnico. La versión, luego desmentida, de un viaje a Estados Unidos por parte del viceministro Daniel Marx, contribuyó a la confusión general.
El acuerdo con los gobernadores y con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos es la condición necesaria para que las medidas tengan alguna credibilidad y para que la reestructuración de la deuda no se interprete como un default.
En los últimos días, Cavallo jugó sus cartas más fuertes al patear el tablero con los gobernadores y anunciar que iba a avanzar con el canje de deuda. La intención era clara: obtener por vía del espanto el consenso que no logró conseguir con el diálogo.
Del gobierno estadounidense, espera que convenza al Fondo Monetario de otorgar 3.000 millones en garantías extras para el canje y el adelanto de un desembolso por 1.200 millones del blindaje, cosa de poder cumplir con las obligaciones financieras en los próximos dos meses.
Pero O'Neill salió a poner límite a la estrategia del ministro Cavallo. "El Fondo Monetario Internacional ha sido el instrumento elegido para tratar con Argentina y trabajar con ellos, y el proceso parece estar funcionando", dijo escuetamente, horas después de que el diario "The Wall Street Journal" publicara declaraciones suyas a través de las que señalaba que Estados Unidos podría aceptar una reestructuración de la deuda argentina pero no justificaba más asistencia del Fondo Monetario para el país.
O'Neill relativizó también la posibilidad de que una cesación de pagos de la Argentina perjudique a otros mercados latinoamericanos, a través de un efecto contagio. Dijo que vio "pocos signos de que la táctica de Cavallo esté ejerciendo presión sobre mercados vecinos como Chile y Brasil".
El funcionario es recordado por las severas críticas que formuló hacia la Argentina cuando reprendió públicamente al país por endeudarse en demasía y por no tener una política exportadora clara. Pero luego de esos comentarios intransigentes, cambió el tono y el Departamento del Tesoro terminó apoyando el paquete del FMI en agosto pasado, que destinó 3.000 millones de dólares para una operación de reestructuración de la deuda argentina.
De esa esperanza se cuelga Cavallo y también importantes acreedores del país que entienden que la reestructuración de la deuda de 132 mil millones de la Argentina podría asimilarse a un default si se realiza sin la garantía de organismos multilaterales.
Quién paga
Uno de los temas que más preocupa a los inversores es el grado de voluntariedad que tendrá la operación. El diario londinense "The Financial Times" publicó ayer una columna del economista Martin Wolf, quien consideró que la solución para la crisis pasa por una rebaja sustancial en la deuda pública sumada a la desdolarización del sistema financiero y los contratos domésticos, conjuntamente con el establecimiento de un sistema de cambio flotante con estrictas metas de inflación.
Wolf señaló que ante la rebaja de los intereses de la deuda los acreedores no podrían reclamar, porque "no pueden estar sorprendidos cuando ocurra el evento contra el cual se aseguraron tan pesadamente" con las altas tasas de interés que cobran.
También una editorial publicada por "The Wall Street Journal" advierte que la Casa Blanca "debería resistir la tentación de presionar al Fondo Monetario para que conceda un nuevo crédito a la Argentina". El diario consideró que "en cuanto al default, la única solución posible es una ducha fría de libre mercado para todos, incluyendo a los banqueros extranjeros".
En el juego por ver quién carga con la pérdida de la reestructuración o el default entró el Banco Mundial, que a través de su presidente, Nicholas Stern, aseguró que el riesgo de contagio de la crisis financiera argentina será moderado. "Después de la crisis de 1997 hay una comunidad de inversionistas que ha aprendido a diferenciar, está mucho mejor informada y sigue más de cerca cuáles son las condiciones reales de cada país", dijo.
No obstante, advirtió que el riesgo de contagio no es cero para los casos de Argentina, Turquía y Brasil. Precisamente, el ministro de Hacienda del socio mayor del Mercosur, Pedro Malan, debió desmentir ayer que esté negociando un nuevo acuerdo con el Fondo por 10 mil millones para enfrentar los efectos de una eventual moratoria argentina.
Mientras desde el gobierno nacional se insiste por lo bajo en señalar que las negociaciones con Washington no están cortadas, también se admite que sin las garantías de los organismos multilaterales el canje podría limitarse a los bancos locales. Se maneja una quita del 30% sobre un paquete de 40 mil millones.
"A los bancos no les queda otra alternativa que entrar en el canje", dijo una fuente de una entidad financiera local.
Meses fatídicos
Pero los desvelos de Cavallo no se limitan a conseguir el aval internacional para una reestructuración de deuda. También necesita que el Fondo Monetario le adelante un desembolso superior a 1.200 millones de dólares comprometido en el blindaje financiero, para hacer frente al importante nivel de vencimientos de deuda que tiene que afrontar en noviembre y diciembre.
"Noviembre y diciembre serán meses difíciles en términos del cumplimiento de las obligaciones", opinó Jaime Valdivia, estratega de renta fija de Morgan Stanley de Nueva York. Y agregó que si Argentina puede cumplir con esos pagos "no enfrentará presiones financieras importantes pero si estamos hablando de una disminución aún mayor de la recaudación, entonces la situación del flujo de caja del país se complica aún más".
Según el Commerzbank, los pagos que debe afrontar el país en noviembre ascienden a 734,3 millones de dólares para noviembre y 1.720 millones para diciembre.