Hace exactamente un año, el entonces presidente Bill Clinton convirtió en "permanente" el programa que le permite a los argentinos entrar sin visa a los Estados Unidos, que hasta ese entonces tenía carácter temporario. Sólo un grupo de 29 países considerados de "bajo riesgo" comenzaron a gozar de ese beneficio. La Argentina ya estaba en el programa desde hacía tres años, lo que posibilitaba que cualquiera pudiera entrar sin visa a los EEUU y permanecer en su territorio durante 90 días para pasear o realizar negocios. Este beneficio no incluía a quienes quisieran fijar su residencia, trabajar o estudiar, para lo cual se mantenía la necesidad de requerir permisos especiales. Cuando se hizo el anuncio de que Argentina iba a integrar el lote de beneficiarios, se advirtió que aunque el programa ya no era temporario, esto no significaba que el país tuviera garantizado para siempre el beneficio de entrar a los EEUU sin visa. Se advertía, que cualquier país participante podía ser excluido si, por ejemplo, se daba cualquier situación excepcional, como un golpe de Estado, una guerra o una crisis económica total. La Argentina había logrado acceder al programa entre otros motivos por haber cambiado el diseño de su pasaporte, al incluir un código de barras que puede ser procesado por un lector láser. También fue aceptada por tener una cifra baja de gente rechazada cuando solicitaba visa de turista en los consulados. Sin embargo, el no tener que contar con la visa de los Estados Unidos en el pasaporte, nunca significó que Norteamérica le permitiera la entrada a cualquier argentino. Si un oficial estadounidense sospecha que el viajero tiene intenciones de quedarse, está facultado a devolverlo en el avión siguiente.
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