Pablo F. Mihal
Puede parecer increíble cómo una simple pelota de fútbol puede ser un elemento motivador al punto tal que borre totalmente cualquier impedimento. Sin embargo es real, tan real como mágico. Si no, cómo podría entenderse toda esa pasión que desparraman en cada práctica los futbolistas amputados si no se le atribuye a las ganas, el deseo de superación y a esa mística que sólo una pelota puede dar. Pensar en una cancha llena de jugadores que tuvieron algún accidente que les costó una pierna o un brazo, y traspasarlo al plano competitivo puede resultar extremadamente curioso. Lo primero que a uno se le puede ocurrir es que este tipo de cosas suceden sólo en Alemania, Italia e incluso en Estados Unidos y a sabiendas de que en el país del norte no soy muy amantes del soccer. Sin embargo este fenómeno también pasa en Argentina. Es más, si transita por Ovidio Lagos y cerca del patinódromo municipal observa un grupo de hombres sin alguna de sus extremidades corriendo tras una pelota, no se sorprenda. Si bien la sede de los futbolistas amputados está en Paraná, fue en Rosario donde se acunó la idea de armar un equipo con muchachos con este tipo de discapacidads. Primero se cursaron las invitaciones, después comenzaron las primeras prácticas y así, lentamente, se fue armando un grupo. Hoy por hoy es un equipo armado y los jugadores están agrupados bajo la sigla Afar (Asociación de Futbolistas Amputados de Rosario) y, aunque cueste creerlo, con algunos integrantes que en un principio no tenían el más mínimo conocimiento sobre este deporte. Que el fútbol es un elemento terriblemente motivador no es una novedad. Podría haber sido básquet o cualquier otro deporte pero estos muchachos eligieron el fútbol y muchos de ellos fueron convocados para jugar un Mundial (ver aparte). Rosario mueve un plantel de 12 jugadores, mientras que la población total de amputados en nuestra ciudad llega a alrededor de 50. "Si bien muchos de ellos son gente grande, los invitamos a jugar igual. En el equipo tenemos dos hombres de 50 años que son los referentes del grupo... trabajan en todo esto, practican y se sacrifican como cualquiera", enfatizó Osvaldo García Gascón, más conocido como Cacho, el DT del equipo, quien agregó que la edad no es impedimento. Los entrenamientos no difieren en nada de cualquier práctica de fútbol. No hay nada especial... "ellos están capacitados para jugar al fútbol y se preparan como profesionales", continuó el entrenador. Las inclemencias climáticas no son impedimento para que martes y jueves estos chicos concurran a los entrenamientos, salgan a correr y vayan superándose día a día. Ese esfuerzo cobra otra dimensión si se apunta que no tienen un espacio físico propio y que muchas veces son "corridos" para que algunos puedan practicar otros deportes. Sin embargo no saben el signicado de bajar los brazos y basta que la pelota empiece a rodar para que ese fuego sagrado que tienen adentro comience a arder con muchísima intensidad. Ese pedazo de cuero que rueda hizo y hace que ellos muestren lo mejor de sí. El ejemplo de Cristian sirva quizás como espejo: vive a diez cuadras de la casa de su madre y, como él enfatiza, "antes me tenía que ir arrastrando, hoy me sobra pierna para llegar a la casa... y voy corriendo".
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