Mariano Bereznicki
El equilibrio estuvo en las áreas y en los dos sistemas de juego. Seis goles, tres festejos de cada equipo, y dos técnicas válidas para desplegar el fútbol ofensivo construyeron un gran espectáculo. Los canallas disfrutaron del poder goleador de Germán Herrera, del control de la pelota que aportó Renzo Ruggiero y del buen acompañamiento de Andrés Díaz y Matías Irace. Pero los millonarios no se quedaron atrás y armaron su juego desde la magia de Conca para manejar la pelota a su antojo -bien acompañado por Ferrari- y la claridad para definir que exhibió Gastón Fernández. Central apostó fuerte a la cabeza del chaqueño Herrera, quien de arriba no perdonó y por eso sus tres cabezazos terminaron en la red. Como para pensar que puede seguir el camino de Juan Antonio Pizzi. Pero fue River el que pegó primero. Ferreyra desequilibró por izquierda y se la sirvió a Fernández en la puerta del área para que el nueve de la banda defina al primer palo. Central no se quedó y fue por el empate. Lo necesitaba rápido y lo consiguió cuatro minutos después, cuando Herrera mandó a la red el tiro libre de Ruggiero. Quedaba claro que los dos equipos podían desequilibrar y con buenas armas. Central con más poder y decisión, y River con mayor técnica individual, hasta con algunos lujos. Como armó el segundo. El que empezó Conca, siguió Ferrari y conquistó Fernández, esta vez con un derechazo cruzado antes de llegar al área. Era el 2 a 1 y aparecía como un premio quizá exagerado. Sin embargo Central tuvo su premio ni bien arrancó el segundo tiempo. Esta vez el cabezazo de Herrera partió desde cerca del punto penal, tras un córner de Ruggiero, y se hizo gol en el segundo palo. Atacaba uno y respondía el otro. Siempre con claridad, sin piernas fuertes, en forma inteligente. Los auriazules por arriba y los rojiblancos por abajo. Esta vez primero los dueños de casa con el centro de Moriconi y el cabezazo de pique al piso de Herrera (70'). Después la visita, a los 83', y con una jugada brillante tejida entre Conca, Fernández y el ingresado Olivieri adentro de área, coronado por el remate del dieciséis. El empate en tres era justo. Por eso no entró el remate cruzado de Ruggiero a los 89' y la pícara jugada de tiro libre entre Conca y Fernández no terminó en gol por milímetros. Iban 90' y no hubiese sido justo que hubiera un ganador en el campo de juego. Sí lo hubo en la tribuna.
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