Año CXXXIV
 Nº 49.276
Rosario,
lunes  22 de
octubre de 2001
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La vida entre intimaciones de pago y el avance de La Picasa
Más nubarrones en el horizonte de los productores inundados del sur
Las pérdidas son millonarias y muchos no saben cómo seguir. Años de esfuerzo tapados por el agua

Silvia Carafa

Diego de Alvear. - La inundación en el sur santafesino cambió drásticamente la vida de los productores afectados. En un marco de pérdidas millonarias en toda la región, trabajan campos ajenos para subsistir y debieron mudar a sus familias de las viviendas anegadas, mientras fatigan despachos para suscribir emergencias periódicas. Pero hay más: a los que el agua sorprendió con deudas, hoy están fundidos o casi, si es que aún no quedaron afuera del sector. Angustiados, temen por su salud, bajo la amenaza de ser expulsados definitivamente de la actividad que habían elegido o heredado.
Nicolás Perkins vivía en un campo familiar de 1.900 hectáreas en Diego de Alvear. La unidad productiva tenía ocho años de siembra directa además de ganadería, herramientas propias y personal permanente. Todo lo que tiene que tener un campo productivo: aguadas, molinos, manga, corrales, plantas de silos, galpones, talleres y balanzas. "Todo eso desapareció bajo agua", explicó. Como saldo sólo le queda un cuidador y 200 hectáreas sin acceso.
"A nosotros -reseñó- nos llegó directamente el desborde de La Picasa hace cuatro años. De a poco nos fuimos quedando aislados e hicimos cinco caminos, a medida que se iban perdiendo las entradas. Pero hoy sólo se puede llegar en tractor y por un campo vecino". Perkins trabajó hasta que no pudo resistir más, pero luego le cayó otro chaparrón: "Como si fuéramos delincuentes, recibimos intimaciones de pronto pago por impuesto a las ganancias; y ya estábamos inundados".
Ante la desgracia, Perkins -presidente de la Asociación de Productores Rurales del Sur de Santa Fe- sólo recibió un subsidio provincial en 1999 de 50 pesos por hectárea inundada a julio de 1998. "Fue lo único que recibimos los productores que teníamos los campos convertidos en laguna", dijo. Luego llegaron cien créditos de 10 mil pesos que no todos aceptaron.
Ingeniero en producción agropecuaria, Perkins debió abandonar su explotación para trabajar en campos ajenos. Pero hoy no es fácil ser contratista, camionero o agrónomo en esta zona. "La gente se va a trabajar al norte o al sur; las cosechas no tienen piso y los fletes salen muy caros", comentó.
Para Juan Furno, productor de Diego de Alvear, quienes tienen anegados los campos y no disponen de otros recursos están viviendo con los pesos que quedaron de la última cosecha. "En abril -explicó- ya se veía el problema para cosechar por falta de piso, incluso en campos que tienen ocho metros de diferencia de altura con la laguna".
Furno perdió dos mil hectáreas cuando La Picasa comenzó a crecer. "Ya me está afectando las últimas 213 que me quedan". El descenso productivo es generalizado, en la zona ya no quedan contratistas ni los grandes pooles de siembra que le dieron fama y dinero una década atrás.
"No sé que va a pasar el año que viene. Ahora algunos subsisten vendiendo los pocos animales que les quedaban, otros con la última soja vendida", comentó. El plano inclinado del sector agropecuario se corresponde con la depresión del mercado interno de las pequeñas poblaciones. "El año que viene será más difícil porque no hay más recursos", agregó, y apuntó un dato doloroso: dos personas murieron por no poder soportar la situación.



Los campos sembrados no se cosecharán por falta de piso.
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