Más allá de cómo evalúen el nuevo proyecto de ampliación de la capilla, los vecinos que se movilizaron para impedir su demolición ya aprendieron una cosa: que cuando la gente se toma en serio sus reclamos suele obtener respuestas. En este caso, la presión logró hacer retroceder nada menos que a la Iglesia Católica con una iniciativa que incluso había contado con el aval del gobierno municipal. La enseñanza no es nueva. Los vecinos que hace 15 años fundaron Numaín también lograron hacerse escuchar. Su movilización perseverante consiguió cambiar la fisonomía de grandes zonas de la ciudad que se anegaban con cada lluvia. Obras de emergencia primero, la destrucción de terraplenes, la colocación de alcantarillas y tubos, la construcción de un aliviador y de la represa Ludueña después fueron tan obra (o más) del reclamo popular como de los poderes públicos que finalmente los llevaron adelante. La reapertura cooperativa de la carrocera DIC, la implementación del 8º y 9º años en escuelas no previstas por el reclamo de los padres, los cambios en la legislación de tránsito gracias a la asociación Defendamos la Vida, la apertura de centros de salud o la construcción de puentes sobre Circunvalación por exigencia popular son otros ejemplos. Muchas veces se trata de reclamos puntuales que para los poderes públicos parecen no constituir prioridades. Pero son cosas que hacen a la calidad de vida de la gente y cuyo remedio suele ser de fácil administración. La voz que más se escucha no siempre es la que se susurra en los despachos ni la que grita más fuerte. A veces es la que suena con argumentos durante más tiempo. S.D.
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