Moscú. - Tras más de un año en las gélidas aguas del mar de Barents, el submarino nuclear ruso Kursk salió ayer de su tumba a 108 metros de profundidad para comenzar su última travesía a dique seco para su desguace. El Kursk fue izado completamente mediante 26 cables de acero desde la profundidad de 108 metros en que se hallaba y atado a la quilla del barco-dique holandés Giant-4. Tras la exitosa operación, que se prolongó por 19 horas, la nave de 18.000 toneladas comenzó a ser transportada para su examen en un dique seco en el puerto de Murmansk. Ya ayer por la mañana el Giant-4 había levado anclas y se había puesto lentamente en movimiento en dirección hacia la costa, mediante un remolcador, para evitar la corriente marina. La operación se inició la noche del domingo, tras una última prueba, cuando los cabrestantes computerizados en el barco fueron encendidos a toda su fuerza, levantando primero la popa y luego la proa desde el barroso fondo marino. Las sirenas de todos los barcos participantes en la operación ulularon cuando los cables comenzaron a levantar la nave y se lanzaron coronas al mar por los 118 tripulantes que perecieron en la nave, al hundirse el 12 de agosto de 2000 tras dos explosiones a bordo. Igor Spasski, de la firma de rescate Rubin, lloraba de emoción. "Un año hemos esperado este momento, vivimos muchas emociones, pero cumplimos nuestro trabajo", dijo Spasski a la agencia Itar-Tass. Incluso una cardumen de delfines fue observada en el lugar de la desgracia, dijo el vicealmirante ruso Mijaíl Motsak. La parte delantera del Kursk, donde falta la proa, cortada previamente, fue cubierta con una red para que no se pierda nada de su contenido en el viaje de dos días hasta Murmansk. En la base de Roslyakovo, de la Marina rusa, en Murmansk, serán rescatados los restos de sus infortunados tripulantes. (DPA)
| |