Pablo F. Mihal
Era una cuenta pendiente con ellos mismos. Y la saldaron. El fantasma del último enfrentamiento contra Buenos Aires rondaba por las cabezas en las horas previas pero fueron los mismos jugadores de Rosario los que se encargaron de que ese partido pasara al olvido. Ayer, con total justicia, Rosario se hizo acreedor del triunfo en un partido por momentos bastante parejo pero que el quince local supo volcar a su favor en el momento indicado. Poco importó quién estaba enfrente, de hecho el tricampeón argentino sufrió a un Rosario que fue vocación ofensiva, oportunismo y mucho corazón para quedarse con el 26 a 20 final en el arranque del 57º Campeonato Argentino. Durante los primeros 20' el equipo local manejó los hilos. Fernando del Castillo con su pie colocó una y otra vez el juego en terreno adversario y mientras apretaba a su rival contra su última línea lo obligaba a equivocarse. En la vereda de enfrente Buenos Aires no lograba entrar en el campo de Rosario, que frenó cada intento a puro tackle. La incapacidad para poder desestabilizar a una sólida defensa se fue transformando en desesperación y quedó manifiesta en el drop que intentó Juan Fernández Miranda y que salió desviado. En los lines hubo pelotas torcidas de ambos lados y en el scrum Rosario lo aguantó bien. El juego, poco a poco, se trasladó a la mitad del terreno y Buenos Aires aprovechó un par de penales sancionados por Rabuffetti (que pareció tener el ojo torcido en cuanto a los fallos) para pasar al frente en un primer tiempo muy aburrido. Los segundos cuarenta minutos tenían reservado lo mejor. El partido se lo llevaría quien primero clarificara la pelota. Y ese fue Rosario. El ingreso de Nicolás Morcino en lugar de Dippe le dio al ataque de Rosario otra dinámica. A los 10', el wing de Uni arrancó una de las jugadas más aplaudidas de la tarde. Después de desairar su marca, habilitó a Céspedes y éste a Bouza, que llegó hasta el fondo. De allí la pelota, que seguía en posesión de Rosario, surcó la linea y Nannini la trasformó en try. Pero la alegría duró poco. Buenos Aires, tres minutos después, pegó dos estocadas y pasó a dominar el marcador. El 20 a 10 planteó entonces cómo reaccionaría Rosario. Sin desesperarse, el conjunto rosarino usó la cabeza. De un scrum robado llegó el descuento del Monito Spirandelli, que corrió pegadito a línea y dejó pintado a su marcador. El try puso a Rosario a tiro y un nuevo penal del Darda del Castillo aún más. Sólo dos puntos fueron la transitoria diferencia. Buenos Aires intentó llevar el juego a terreno rosarino. Germán Arístide pidió mark después de un kick alto y salió jugando rápido desde atrás. Los backs rosarinos comenzaron a desequilibrar. Nannini pintó a Senillosa (que en toda la tarde sólo le pudo tomar la patente) y la pelota pasó por las manos de todos los hombres de la línea y terminó en try de Fradua. Afuera, la tribuna deliraba. Los minutos fueron corriendo y las palpitaciones, en aumento hasta el final. Un nuevo penal del Darda cerró el marcador y el delirio fue total. Rosario merecía y necesitaba un triunfo así. "Este equipo es Argentina A reforzado por varios Pumas" enfatizó un colega porteño antes del inicio del partido en obvia alusión a Buenos Aires. Ha de ser por eso que la victoria valió doble y el festejo, más que nunca, fue merecido.
| |