El mundo tomó consciencia de su existencia a través de las pantallas gigantes, allá por los años 90. La actriz Caroline Goodall llevaba a una mujer en silla de ruedas, y su nombre aparecía en los subtítulos: Emilie Schindler, quien falleció anteayer cerca de Berlín. El 22 de octubre hubiera festejado su 94 cumpleaños. "La lista de Schindler", la famosa cinta de Steven Spielberg, le supuso la rabia de haber quedado relegada a un segundo plano injustificado, según su parecer, 50.000 dólares que le proporcionó el director estadounidense y una fama tardía. Emilie Schindler fue recibida por jefes de Estado, Bill Clinton incluido, y hasta se vio con el papa Juan Pablo II. La República Argentina, país en el que vivió desde 1949 hasta hace unos meses, la declaró ciudadana de honor, en 1999. "Estamos orgullosos de que viva en Argentina", dijo el senador Carlos Manfredoti en el acto que se celebró en su día en el Parlamento argentino. Emilie Schindler volvió a comienzos de julio a Alemania, invitada por el gobierno, y sintió que sus fuerzas se acababan. Decidió quedarse, "para morir", según dijo. Emilie y Oskar Schindler se casaron en 1928, cuando ella tenía 20 años. Durante la Segunda Guerra Mundial, y después de trabajar para la defensa alemana, Oskar Schindler pudo hacerse con una planta de municiones en Brinnlitz, en Polonia. Gracias a sus buenos contactos con los jerarcas nazis y sobornos hábilmente colocados, logró que los oficiales de las SS le facilitaran en 1944 unos 1.200 trabajadores judíos, muchos más de los que en realidad necesitaba para su fábrica. Quería, así, salvar vidas. Y lo consiguió. Entre los judíos que figuraron en la "lista de Schindler" estaba Leopold Page, inspirador del libro que dio pie a la película de Spielberg, y que murió en marzo pasado en Los Angeles, a los 87 años de edad. Toda la luz del éxito de la cinta de Spielberg recayó en Oskar, "y eso no me parece del todo justo", escribió Emilie Schindler en sus memorias, "A la sombra de Schindler", que se publicaron en 1996. Las relaciones entre Emilie y Oskar Schindler no fueron buenas, a tenor de lo que ha venido afirmando en los últimos años. Entrevistado por un periodista del Sueddeutsche Zeitung de Munich en 1999, llegó a mandarlo públicamente "al diablo", incluso. Demasiado mujeriego y demasiado bebedor, Oskar Schindler dejó a su mujer en 1957, con un montón de deudas, y volvió a Alemania. "Le he amado, le he odiado, he tratado de olvidarle", señaló en sus memorias sobre Oskar, que falleció en 1974. Emilie visitó su tumba por primera vez en 1993, para rodar aquella escena con Caroline Goodall. Fue ella, no Emilie, que colocó una piedra en la lápida de Oskar Schindler. (DPA)
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